Tiempos de cambio.

Hacía tiempo que no reflexionaba con vosotros sobre el panorama actual en lo que a Moda Clásica Masculina se refiere, y sabéis que me gusta hacerlo de vez en cuando (Aquí podéis encontrar otras reflexiones). En estos últimos años las cosas han cambiado, yo he cambiado y lo mejor de todo es que el mundo de la sastrería están cambiando. Este cambio es, para algunos, lento y despreocupado, pero al menos noto en el ambiente cierta tendencia aperturista. No quiero parecer demasiado optimista o incluso un iluso, porque tampoco es que debamos dar saltos de alegría al respecto.

Lo cierto es que, sin ánimo esta vez de abrazar al pesimismo, todavía queda mucho por hacer, y cualquier momento es bueno para comenzar a hacerlo.

La sastrería en España cuenta con tres aspectos esenciales un tanto olvidados: Concepto, Promoción, y Formación.

Concepto

Tanto los propios sastres como la población tiene un concepto distorsionado y desfasado de la sastrería. Los primeros siguen pensando en su trabajo más como un servicio público que como un negocio. Un servicio, por cierto, orientado exclusivamente a la alta sociedad, la ceremonia y los negocios. La sociedad española, por su lado, sigue asociando la sastrería con un servicio alejado de modas, arcáico y regentado por personas mayores que no comparten sus gustos ni los entienden.

En resumen, sociedad y sastres, ambos, tienen un concepto de la sastrería que no beneficia en absoluto a esta última: clasista, desfasada y caduca.

Si bien otro de los grandes problemas que acecha al mundo de la sastrería en mayor o menor medida es la falta de toma de conciencia por parte de los sastres de que su actividad es -y tiene que ser- sólo una parte más de una empresa y que ellos son -o deben convertirse- en empresarios, con todo lo que ello supone. Pero, sinceramente, dudo mucho que alguien que no sale de un taller pueda ser capaz de llevar a cabo las acciones que toda empresa necesita para conseguir el objetivo máximo de todas ellas: FacturarY esto es casi tan importante o más que hacer bien las prendas.

Y digo prendas y no trajes, porque otro de los conceptos que siguen demasiado ligados a la sastrería es la asociación directa con el traje, que sumado a la interpretación que hace de él y su uso la mayoría de la población española, es un hecho que perjudica y encasilla a este gremio.

¡Hay vida más allá del traje!

Me paso el día diciéndolo, pero no soy yo el que debe vender productos o servicios de sastrería. A más productos más probabilidades de venta. No hace falta estudiar económicas ni empresariales para darse cuenta de ello.

Por otro lado el seguir permitiendo la asociación de la sastrería únicamente al traje añade ingredientes a ese zumo amargo de olor rancio y pasado.

Son bastantes los sastres que, sorprendidos, me han comentado cómo muchos de sus mejores clientes (de trajes formales y de trabajo) jamás piensan en ellos para adquirir prendas de sport como pantalones de algodón, americanas desenfadadas o prendas de abrigo. Esto es cuanto menos curioso, pero no será quizás que ni ese mismo cliente concibe la sastrería como un placer o divertimento sino simplemente una herramienta más de su trabajo y estatus social.

¿La culpa es del cliente?

Basta ya de buscar siempre al mismo tipo de cliente, al banquero, abogado, juez, terrateniente o político. ¿Acaso no engrosaremos la lista de posibles clientes si empezamos a enfocar nuestro negocio hacia un público más joven, profesional liberal, emprendedor, moderno, con ganas de comerse el mundo y que todos sean testigos?

No dispongo de datos estadísticos pero tan sólo hay que darse una vuelta por las zonas de tiendas de gama alta de grandes ciudades para comprobar cómo los hombres gastan grandes cantidades de dinero en zapatos, relojes y otros accesorios de lujo. Esos mismos hombres que no tienen reparos en gastar 1.200 euros en un traje de confección de Hackett o Brook Brothers, o incluso dar el salto a Ermenegildo Zegna o Loro Piana y pasar a los 2.500 euros por un traje de confección.

¿Algo está pasando, no?

Quizás, desde el gremio de sastres y sastrerías, haya que darle el estatus y posición social que merece este servicio, algo que trataremos a continuación.

Promoción

En esta vida no sólo hay que ser bueno sino también parecerlo. Y espero que nadie se ofenda cuando digo que los sastres encerrados en su egocentrismo y recelo profesional han hecho mucho daño al sector al despreciar y estigmatizar a otros servicios desarrollados en los últimos años como puede ser la sastrería industrial y todas sus variantes.

Lejos de haberse alejado de ello, la sastrería tradicional tendría que haber aprendido de todo lo bueno que ha aportado al sector la vertiente más industrial. Y es que, queramos o no, la Sastrería Industrial se ha convertido para muchos en un vehículo introductorio hacia el mundo de la sastrería en general, y este hecho no debe ser despreciado.

Cuando uno comienza a interesarse por el mundo de los relojes no empieza por los más caros y mejores del mercado. Incluso aunque su bolsillo pueda pagarlo. Lo normal es ir paulatinamente aumentando la calidad promovido por el interés suscitado por la afición y en base a las exigencias que poco a poco vamos desarrollando. Uno no empieza exigiendo cristales de zafiro con anti reflejos a sus relojes, ni si quiera pide que sean mecánicos. Llegará un momento en el que estos elementos se convertirán en imprescindibles, y entonces luego vendrá la mejoría en el diseño, el nivel de detalles, materiales exclusivos, y un largo etcétera.

¿Cuántos aficionados a la relojería se habrían perdido si los relojes costasen todos de 2.500 euros en adelante?

Por ello, el primer paso es hablar de sastrería como conjunto de servicios de prendas por encargo o a medida como concepto unificado del gremio. Eso sí, con diferencias en formas de trabajo, calidades, fabricación, y demás.

Nace irremediablemente entonces la necesidad de poner nombre a las cosas. Y es que todo aficionado a este mundillo conoce la ambigüedad con la que juegan algunos, la información sesgada e interesada que manejan otros, y en definitiva el desconcierto reinante que no ayuda para nada a la profesión. Ni a unos ni a otros.

Parte de la promoción que necesita el mundo de la sastrería pasa por generar una nomenclatura clara, concisa y consensuada de todo servicio, producto y variante. Sólo así se evitará el intrusismo y la manipulación de términos conscientes e inconscientemente. Y digo esto último porque me consta que en muchos casos la desinformación hacia el cliente es fruto de puro desconocimiento de la profesión, algo de lo que hablaremos un poco más adelante.

Ya descubrimos en su día cómo un altísimo porcentaje de los clientes que mantienen vivo uno de los imperios de la sastrería a nivel mundial como es Savile Row no es de procedencia británica (Leer artículo Londres ¿Un imperio agotado?) y esto nos debería hacer pensar que la proyección y nuevo desarrollo de la sastrería española puede pasar por la expansión a nuevos territorios, o al menos la promoción más allá de nuestras fronteras. Ya hablamos de ello en aquel artículo sobre Turismo Sartorial, y es que teniendo en comparación uno de los precios medios más bajo por traje artesanal de toda Europa (y el mundo) no sería una locura tratar de captar clientes en otros países. Al fin y al cabo nuestro país ya es atractivo por naturaleza para el turismo y el ocio, ¿Porqué no asociar esto a la sastrería?

Pero tampoco debemos dejar de lado, por supuesto, la promoción interna. Y es que el sector una vez más debería unirse por un bien común que es hacer llegar la sastrería a la población, a todos los niveles y de diversas formas.

Formación

Este es una de las tres grandes patas que hace cojear a este sector, y es que el sastre por costumbre se queja de la falta de clientes y trabajo, pero de lo que no es consciente es que el 99% de ellos si quisiera crecer de verdad a niveles de Cifonelli, Rubinacci o Sexton jamás podría hacerlo en España. Y por una sencilla razón: No hay mano de obra ni disponible ni en formación.

Cuando realicé la visita a la Escuela de Sastrería La Confianza, dependiente de la Asociación de Sastres de España, comprobé entre muchas otras cosas, que allí había mucho por hacer. Y es que como dato decir que de los 10-15 alumnos que estaban cursando el año pasado tan sólo 3-4 lo hacían con el objetivo de convertirse en sastres.

¿Por qué ocurre esto?

Estoy seguro que porque nadie les ha sabido vender la profesión como debería, o no ha interesado hacerlo. Ni les ha dicho que falta mano de obra, ni que de aquí a 20 años a este paso apenas quedarán sastres artesanales en España. Supongo que para un sastre el aprendiz siempre ha significado ese joven entrometido que tarde o temprano se quedará con todo lo que él ha creado, de ahí la formación a regañadientes que parecen haber recibido muchos.

Por otro lado, también hay que reconocer que muchos son los que tras 9 meses de curso de corte y/o costura ya deciden abrir o trabajar para una sastrería con la placa y la inscripción de «Sastre» bajo su nombre. También hay quien llama «Sastre» a aquel que te toma medidas en Sastrería Industrial. Sendos errores que habría que erradicar y que se solucionarían de manera sencilla. Y es que ¿Necesita un especialista en medida industrial 10 años de formación como sastre? Incluso ¿es necesario el curso de corte o costura para ello?

Una vez más el gremio debe poner nombre y apellido a estas figuras y darles la formación que necesitan porque sólo así se garantizan tres cosas: 1) Que haya honestidad en lo que hacen, 2) Que realmente den un buen servicio 3) Que no exista complejo de inferioridad respecto a otros servicios.

Sólo así se creará un tejido profesional en el sector basado en la claridad de información y en el juego limpio y competencia.

Las organizaciones relacionadas con el sector deben velar ante todo por los profesionales actuales y futuros de la misma y por ello es necesario comenzar a sentar las bases del desarrollo de esta profesión, pensando en el presente y no perdiendo de vista el futuro. Para ello es importante crear un sistema reglado y ampliado de formación -como existe en otros países- y una estrategia de comunicación y promoción del gremio y sus trabajadores. A día de hoy existen medios y equipo humano suficientes como para afrontar este reto, y es factible disponer de recursos y formas de financiación que hagan posible todo lo que cuento, sólo hay que tomárselo en serio y plasmarlo primero en papel y luego hacerlo realidad.

¡Seguiremos intentando que se tome conciencia al respecto! Todos salimos ganando.

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