Estaréis de acuerdo conmigo en que una de las mejores razones por las que viajar es el poder descubrir cosas nuevas. Y no me refiero sólo a monumentos, culturas, arte o gente. Descubrir una pequeña tienda de fotografía en un barrio perdido, una marca local de camisetas de gran calidad, un una marca minimalista de cierto tamaño que no vende online…
En un mundo tan globalizado y conectado como el actual, aunque suene contradictorio decirlo, resulta cada vez más complicado descubrir cosas nuevas. Y no es que no las haya, es que hoy día a través de internet o instagram tienes en la palma de la mano la información sobre una sastrería australiana o la casa de perfumes escondida en un rincón de Italia, pero manejamos tanta información que en ocasiones pasa desapercibida ante nosotros. Por ello a mi me encanta poder perderme por una ciudad que no conozco entre calles comerciales y marcas absolutamente desconocidas para mí.
Hace unas semanas estuve en Nueva York y paseando hasta el barrio de Williamsburg, poco después de haber dejado atrás la zona ultraortodoxa judía comenzaron a aparecer pequeñas tiendas en edificios de poca altura con un aire bohemio e industrial y por momentos sofisticado. Empezaba una lluvia que sin ser intensa era molesta al caminar, de esta que empieza a poner nerviosa a la gente, y de repente en un escaparate unas mochilas plegables de Herschel llamaron nuestra atención y fue la excusa perfecta para entrar en la tienda y reorganizarnos. Estábamos comprando un par de mochilas cuando un expositor de perfumes en una tienda que no pegaba en absoluto parecía invitarnos a probar. Y lo hicimos. El primero que probé fue este 302 y fue de esos flechazos a primera vista. Alguna vez había visto algo de Bon Parfumeur pero nunca había olido ninguna de sus fragancias pero esta como ya me ocurriera con Bo-Bo de Carner me atrapó desde el primer momento. Un olor fácil, polivalente, amaderado pero a la vez sofisticado e intenso. De esos que no son habituales pero tampoco son cargados. Una fragancia para mi perfectamente equilibrada con gran presencia amaderada pero en cierta manera dulce, adictiva pero suave e intensa a la vez.
Se trata de un eau de parfum en principio neutro y unisex aunque lo cierto es que para mi gusto tiene una masculinidad muy marcada por sus notas, pero cierto es que en determinados contextos una mujer podría defender perfectamente esta fragancia con soltura.
Se lanzó en 2017 y la nariz tras ella es Sidonie Lancesseur quien ha estado tras el desarrollo de más de 100 perfumes hasta ahora a pesar de su juventud, habiendo trabajado para Azzaro, By Kilian, Atelier Oblique, Bentley, Zadig & Voltaire…
Sin duda este perfume ha entrado de lleno en mi lista de preferidos y es muy probable que a partir de ahora se convierta en uno de mis imprescindibles que nunca faltarán.
Cierto es que su presentación aunque es de diseño actual y moderno, como suele ocurrir en esta gama intermedia de perfumes que no son baratos pero tampoco entran en el rango de lo que podríamos considerar como caros, se queda un poco en tierra de nadie, dándonos la sensación de que podrían haber dado un punto más de calidad a las etiquetas, los cartones o serigrafiados. Quizás porque el nivel hoy día suele ser bastante alto. Para que os hagáis una idea, este frasco de 30 ml salió en tienda por unos 49 dólares y en la web de Bon Parfumeur el de 100 ml cuesta 95 euros. Por cierto, el frasco pequeño es muy cómodo para llevar con comodidad de viaje sin que ocupe demasiado.
En definitiva y como resumen, como ya he comentado para mí se ha convertido desde que lo descubrí en una fragancia perfecta para mi día a día, pero que sé que puedo llevar en un evento, de noche o de día, con la polivalencia que me gusta.
Resumen:
Olor: ⚡⚡⚡⚡⚡ 5/5
Duración: ⚡⚡⚡⚡ 4/5
Presentación: ⚡⚡⚡ 3/5
Precio: ⚡⚡⚡⚡ 4/5
Gracias por leer hasta aquí, ya sabes que si te apetece comentar, sugerir o decir lo que te apetezca puedes hacerlo un poco más abajo en la zona de comentarios.
