Segunda prueba con Víctor Bautista.

Seguro que conocéis esa sensación de enfundarse una prenda y sentir que ha sido tuya toda la vida. Eso es lo que se siente -o se debería sentir- cuando uno se prueba una prenda de sastrería artesanal realizada para él. Sientes que todo está en su sitio, que todo encaja a la perfección. A veces uno no lo siente hasta la entrega final del traje, pero en ocasiones en la prueba de cantos -como se le conoce a esta fase en la que los cantos del delantero ya están terminados- ya se intuyen más o menos las sensaciones finales de la prenda, y es realmente una gozada notar cómo todo eso que antes era un amasijo caótico de tejido, hilvanes y entretelas cobra forma para adaptarse a tu cuerpo.

Víctor Bautista era uno de esos sastres de los que -por desgracia- nunca había oído hablar antes, y la sombra de la duda acechaba injustamente todo el tiempo. Si es cierto que ya cuando pude conocer su sastrería-taller muchas dudas se disiparon, pero en el fondo todos pensaban -entre los que me incluyo- que no dejaba de ser un sastre de provincia. ¡No me malinterpretéis! No pretendo ser clasista ni nada por el estilo, pero en cierta manera el sastre se debe a su publico, y parece lógico pensar que el nivel, cuanto menos estético, de su trabajo quedará supeditado a la demanda de su clientela. Y todos estaremos de acuerdo, sin entrar en disputas territoriales, que el cliente de Albacete, a priori, no será el mismo que el de ciudades como Madrid o Barcelona (ni tan siquiera entre ellas es similar).

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Sin embargo, esto no impidió el día que realizamos el encargo, que me explayara en detalles y elementos para este traje. Ya sabéis que me gusta sacar al sastre de su -aparente- zona de confort y mediante mis encargos tratar de plasmar hasta dónde es capaz de llegar. Al fin y al cabo no es un encargo del que sólo vaya a disfrutar yo, sino con el que todos los que me leéis y seguís también.

Ya aquel día noté algo que para mí es esencial en todo servicio de sastrería, y es que Víctor me entendía, captaba lo que quería explicarle con fotos, dibujos o descripciones. Se notaba que disfrutaba casi tanto como yo con las soluciones y complicaciones que le planteaba, y no hay nada mejor en esta vida -en cualquier aspecto de ella- que entenderse con alguien.

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Sin embargo, reconozco que tenía miedo. No por la calidad de ejecución de Víctor, que ya me habia quedado demostrada en varias prendas de su taller, sino porque una vez más había dejado en manos de un desconocido detalles que ni siquiera sabía si me gustarían en conjunto. Lo intuía, pero no lo sabía.

¿Me habría pasado con las rarezas?

En esta ocasión, como creo recordar que ya os comenté, buscaba un traje azul de invierno distinto y desenfadado, capaz de ser usado por separado pero que cada prenda tuviese su protagonismo y en conjunto casasen bien. Tarea más complicada de lo que parece, más aún si sumamos que muchos de los elementos que elegimos para cada prenda no los había implementado jamás antes en otros encargos.

Por ejemplo, era la primera vez que me decantaba por unas solapas de punta de lanza para una chaqueta de hilera sencilla, y este aspecto, tan condicionante en una chaqueta me preocupaba mucho. Pero ya véis que mis temores quedaron rápidamente solventados en cuanto vi sacar a Víctor la percha del portatrajes.

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No sólo me gustaba el diseño y la ejecución de lo que veía, sino también cómo quedaba de bien en el conjunto, lo bien que parecía encajar cada elemento dentro del conjunto. ¡Víctor había resuelto la prenda tal y como yo la teían en lía cabeza!

Y ya sabemos que esto que parece obvio no es tan fácil en la realidad. Por suerte existen en España algunos que otros sastres con esta capacidad. Y es todo un placer cuando te topas con uno de ellos.

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Como podéis ver arriba, el conjunto solapa, cuello y hombro es todo un espectáculo. A veces recuerda mucho a un abrigo, motivado también por ese tejido afranelado de Guabello para Carnet por el que me decanté, que por su aspecto y textura nos recuerda más a ello.

Según se aprecia en las fotos tanto la chaqueta como el pantalón -como veremos más adelante- están prácticamente clavados a falta de detalles nimios como un pequeño ajuste en la costura de centro de espalda a la altura de la cintura, la situación final del punto de cruce ligeramente más bajo de lo que véis ajustado con alfiler en las fotos, y el cosido interior de los forros de las mangas que producian algunas arrugas en el nacimiento a la altura del hombro por encontrarse todavía descosidos.

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El interior de la chaqueta lo dejé en manos de Víctor con la simple indicación de que los bolsillos fueran curvos. Y lo cierto es que me sorprendió con una serie de soluciones y detalles que me encantaron. Pero juzgad por vosotros mismos.

Puede parecer una tontería pero me encanta ver en todo detalle ese nivel de imperfección que denota un trabajo artesanal. A veces los sastres en España son tan perfeccionistas que las prendas parecen hechas en cadena (aunque sea a mano) y eso desde mi punto de vista le resta encanto. En este interior podemos ver a leguas que está realizado de manera totalmente artesanal, y eso me gusta.

Como podéis ver, nos decantamos por un diseño de vistas completas en el mismo tejido y únicamente medio forro en espalda y vivos en las costuras.

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Terminemos con la chaqueta, por hoy, mostrándo el bolsillo de parche con fuelle y picado sobretensado en todo su perímetro, incluso en boca. El fuelle perfectamente acotado en los extremos que sumado al empaque del tejido hace que no se abra en exceso y se deformen.

Disculpad la foto porque no es de las mejores, pero ya tendremos ocasión de verlo con más calma.

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Vayamos a por el pantalón, esa prenda quizás siempre eclipsada por otras pero que en los últimos años parece retomar protagonismo, sobre todo gracias a aquellos que nos atrevemos con soluciones diferentes.

Como viene siendo habitual, me decante por cintura alta y cinturilla ancha con cinto desplazado. Pero esta vez decidí incorporar esa solución de doble tirilla y botón vista en otras sastrerías, pero que todavía no había probado en ninguno de mis pantalones.

El ceñidor lateral es otro de mis habituales, pero en esta ocasión quise tambien recurrir a soluciones que había visto en sastrerias extranjeras. Y esta en concreto me pareció perfecta para darle un toque desenfadado a ete pantalón.

Una vez más podemos apreciar esos detalles artesanales incluso de lejos, y ya sabéis lo que esto me encanta. Como podéis ver el pantalón sólo requiere un leve ajuste en cintura para limpiar ese sobrante y poco más.

¡Ah! Se me olvidaba, recordaréis que este traje era realmente de tres piezas. Pero el chaleco todavía no estaba listo para prueba y Victor decidió que mejor lo veíamos en el siguiente encuentro pues no debería tener demasiada complicación.

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Hemos llegado al final pero, por si no ha quedado suficientemente claro en este capítulo, me gustaría reiterar mi satifacción con el trabajo de Víctor Bautista porque está sabiendo crear ese traje único y artesanal que yo buscaba. Y desde aquí recordar que no hace falta salir de España para conseguir prendas con encanto y gente que sepa hacerlas. Demos una oportunidad a esta nueva generación de sastres que tienen mucho que contar todavía.

¡Seguimos con la semana!

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