En los detalles y acabados que encontramos en nuestras prendas hoy día, por muy banales y poco prácticos que nos puedan resultar, suele esconderse una razón primigenia que les da sentido.
Si nos paramos a pensar abstrayéndonos de todo lo que entendemos como normal, nos daremos cuenta de que en la actualidad ¿Qué aporta una solapa? ¿Usamos realmente los botones del martillo de nuestras chaquetas? ¿Y el ojal de la solapa?
Algunos de estos detalles han permanecido en nuestras prendas por el simple hecho de recordarnos su origen o porque estéticamente se han entendido como habituales y a nadie les extraña que estén ahí. Dicho sea de paso, tampoco debería extrañarnos que algún alocado sastre -nótese la ironía- en un alarde de creatividad simplista y práctica prescinda de ellos en alguno de sus diseños.
Sin embargo, por supuesto que todavía quedan soluciones prácticas y con mucho sentido dentro de los diferentes diseños que puede tener cada prenda.
Durante la batalla de Waterloo, en los decadentes años del Imperio francés de Napoleón, un militar británico llamado FitzRoy James Henry Somerset, que en 1852 fue nombrado Barón de Raglan, debido a la fuerte carga militar del ejército francés perdió su brazo derecho. A partir de entonces, a parte de tener que aprender a escribir con la mano derecha, comenzó a adaptar sus abrigos con un tipo de manga que disimulara la ausencia de brazo. Nace así el tipo de manga conocido como Raglan.
Lógicamente no sólo fue y es usada por personas con ausencia de extremidades, sino que su incorporación se popularizó entre todo tipo caballeros -y señoras- por su caída y comodidad diferentes.
Si apartamos la solapa podemos ver que su peculiaridad radica en que prescinde de la sisa tradicional ajustada al final del hombro, por lo que este queda mucho más suelto y el resultado final es el de una prenda más adaptable y cómoda. Aunque como contrapartida podríamos decir que su ajuste en hombro es más complicado, con lo que a veces no suele quedar del todo limpio. Pero también suele adaptarse mejor a diferentes amplitudes de hombro al no tener una línea definida en anchura.
Si nos fijamos y analizamos mejor, lo que realmente se consigue con el diseño de este tipo de mangas es prescindir de la costura del hombro, prolongando y llevando la sisa hasta el cuello, de esta manera la tela de la manga cae de forma natural sobre nuestro hombro sin estar definida o encastrada por una estructura.
Es una solución que en sastrería y confección suele estar asociada principalmente a abrigos, aunque lo cierto es que en la industria podemos encontrar camisetas, cazadoras, jerseys y todo tipo de prendas con este diseño de mangas. Pero en lo que a vestir clásico se refiere la veremos principalmente en abrigos.
Reconozco que siento especial curiosidad por saber cómo quedaría este tipo de mangas en una chaqueta de sport. No he sido capaz de encontrar ninguna chaqueta de corte clásico con ellas.
Sobre estas líneas podemos, respectivamente, a Chad Park -B&TailorShop-, Jake Grantham -The Armoury-, y Andrea Luparelli -Sartoria Ripense- vistiendo sendos abrigos con mangas Raglan, tanto cruzados como de una sola hilera de botones.
Por último indicar que el nombre correcto de este tipo de mangas es Raglan, ya que parece lógico pensar que proviene de Lord Raglan como citábamos anteriormente. Sin embargo, curiosamente en español encontramos muchas referencias entorno a este tipo de mangas con la palabra Ranglán. No sé si debido a una evolución del término al pasar de una lengua a otra en estos 200 años desde que parece que tuvo lugar su origen, o quizás se debe a una pista de otro supuesto origen no documentado. Lo cierto es que ambos términos, dependiendo del idioma, parecen usarse indistintamente.
Sobre esta y muchas otras soluciones podréis investigar en el libro que estoy preparando y para el que ya queda muy poco: Glosario Ilustrado de Sastrería.