Hablemos de fibras.

Uno de los objetivos principales de SinAbrochar es brindar no sólo opinión sino también información y de esta forma conseguir que los usuarios seamos cada día más críticos y exigentes con las prendas y accesorios que el mercado nos ofrece, para que al menos sepamos en todo momento qué es lo que estamos adquiriendo.

La industria textil durante los últimos 100 años ha tenido una imparable tendencia hacia su democratización y popularización entre la población. Si antes la vestimenta debía ser duradera y escasa por la falta de recursos, la revolución industrial y social a partir de los años 20 del siglo pasado empezó a cambiar la tendencia para empezar a ser capaz de llegar a todo tipo de personas y bolsillos. Eso obligó a innovar no sólo en favor de la durabilidad sino más bien en el abaratamiento del producto final. Hablamos siempre en el plano general, ya que lógicamente no todas las empresas del sector siguieron esta tendencia, para fortuna de muchos.

Fruto de esta tendencia, comenzaron a surgir formas de producción más industrializadas como cadenas de montaje y la investigación en fibras artificiales no tardó mucho en llegar. Entre finales de los años 20 y principios de los años 40 comenzaron a producirse las dos fibras sintéticas más conocidas en la industria textil: Poliamida y Poliéster.

Ambos términos hacen referencia a estructuras moleculares extraídas de la naturaleza, pero cuando hablamos de la industria textil a día de hoy estaremos haciendo referencia a sus versiones sintéticas producidas artificialmente en laboratorio.

Algunas de las fibras del tipo Poliamida más conocidas comercialmente son el Nylon, Kevlar y Nomex, casualmente todas desarrolladas por la empresa química americana DuPont Corporation, descubrimientos tan conocidos -y producidos también por ellos- con el Teflón, Lycra, Plexiglás o Neopreno.

¿Os suenan estos nombres?

Y no sólo eso, sino que prácticamente todos han tenido de alguna u otra forma relación con la industria textil en diferentes niveles de la historia moderna.

El Poliéster más usado tanto en la industria de envasado como textil, no tiene un nombre especialmente conocido ni marca comercial habitual: Tereftalato de Polietileno, más conocido por sus siglas anglosajonas PET. Sin embargo, su presencia, junto con la de las Poliamidas, a día de hoy en la sociedad es de tal magnitud que parecería imposible concebirla como tal si mañana desapareciesen por completo.

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¿Ventajas e Inconvenientes?

En general concebimos como no ideal toda fibra que no sea natural, y en cierto modo así es. Pero es importante que conozcamos las propiedades de cada uno para que podamos valorar la inclusión o no en nuestro armario del producto confeccionado con dicho material.

Poliéster:

La fibra textil resultante hereda las propiedades del compuesto sintético generado:

# Ligero y liviano.

# Resistencia al desgaste.

# Admite colorantes.

# Estabilidad a la interperie.

# Barrera contra gases: CO2, H2O y O2.

# Alta resistencia química

# Buenas propiedades térmicas.

Es curioso como las propiedades que podrían suponer una ventaja en otros ámbitos de aplicación se vuelven en el caso de la industria textil contraproducentes. Un caso muy concreto con el Poliéster es esa capacidad de aislamiento de gases, que en las prendas confeccionadas con tejidos de esta naturaleza se traduce en una falta de transpiración, que podrá ser más o menos acusada en función del porcentaje de este material con el que cuente dicho tejido.

Este es sin duda el mayor inconveniente de las prendas confeccionadas con Poliéster, ya que el tema es más complejo de lo que parece. Esa falta de transpiración hace no sólo que nuestro cuerpo no pueda desprenderse de su humedad (sudor) sino que también, como efecto secundario, sea un atrapador de olores infalible. Algo que en la mayoría de los casos no terminará de solucionarse con un lavado.

Sin embargo, su resistencial desgaste es un gran punto a su favor, así como su general resistencia al planchado. En parte producido por su invariabilidad ante temperatura y ambiente, así como a la doblez.

Poliamida:

Por la naturaleza del material las propiedades son, en general, análogas al producto anterior en la mayoría de aspectos. Sin embargo, cuenta con una diferenciación grande.

# Alta resistencia mecánica, dureza y tenacidad.

# Buena resistencia a la fatiga.

# Buenas propiedades de deslizamiento.

# Elevada absorción de humedad.

# Gran elasticidad.

Como podemos intuir, en comparación con las caraterísticas del Poliéster, la gran diferencia radica en la capacidad de transpiración y absorción de agua. En el Poliéster es nula, como comentábamos antes, mientras que en el caso de ciertas Poliamidas, si que existe esta capacidad. Y como es lógico, esto influirá en la respuesta del tejido final ante los casos que planteábamos antes.

Una vez más los grados de afectación de las propiedades quedarán supeditados al porcentaje final de materia en cada tejido. En determinadas circunstancias en las que se quiere conseguir ciertas resistencias o capacidades puede ser interesante plantearse la elección de tejidos con cierto porcentaje de estas fibras artificiales, aunque la industria ya nos ofrece alternativas naturales para cada aspecto (Resistencia a la arruga, tolerancia al desgaste, resistencia a la humedad…) aunque suelen ser soluciones, en la mayoría de los casos, más costosas que la opción de la fibra artificial y por lo tanto el usuario -no informado-queda irremediablemente condicionado por este aspecto.

Lo que si me ha hecho constatar la experiencia es que, en cualquier caso, el porcentaje de estas fibras debe ser minoritario (Menor del 15%) sino queremos que los inconvenientes se acentúen más de lo admisible.

Reconozco que, sobre todo en cuanto a ropa de sport se refiere (calzado, cazadoras, camisetas, etc) suelo ser permisivo con la entrada en mi armario de este tipo de fibras, pero si trato de que sea en porcentajes lo más bajo posible. Más que nada porque si nos paramos a revisar las etiquetas de composición descubriremos que es realmente difícil encontrar prendas en las tiendas habituales que contengan material 100% natural.

Por otro lado, en uno de mis últimos encargos sastreros de Primavera que os comentaré en breve, me decanté por un tejido de Cerruti con un 10% de Poliamida (Más un 40% Lana, 30% Algodón y 20% Seda), hecho que motivó esta investigación sobre fibras artificiales, que espero haya aclarado conceptos a muchos, como ha sido mi caso.

¡Seguimos aprendiendo juntos!

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