Conociendo a Fernández y Roche.

Cuando observamos a simple vista un sombrero, solemos ver un objeto aparentemente sencillo y sin demasiados alardes.  Esto nos induce a pensar que su fabricación debe ser sencilla y que su precio debe estar únicamente relacionado con el tipo de materia prima. La semana pasada en la fábrica de Fernández y Roche pude comprobar que no es así, y paso a contaros lo que aprendí.

En la creación de un sombrero de fieltro llegan a necesitarse hasta doscientas operaciones diferentes, y puedo dar fe de ello.

Es la propia materia prima la que ya supone un total desconocimiento para muchos. El fieltro. En este caso se trata de un conglomerado de pelo de conejo (a veces puede incluir distintos tipos de lanas, como el Cashmere) que mediante el prensado adquiere consistencia y unas características especiales que lo hacen el material ideal para la fabricación de sombreros.

En Fernández y Roche cuentan con las instalaciones necesarias para realizar un sombrero de principio a fín.

La visita guiada que me ofreció de forma detallada y amena Miguel García Gutiérrez, Director General de la firma, tuvo como primera parada una estancia que por momentos pensé que se trataba de un nostálgico museo. Pero no, se trata de un espacio con maquinaria centenaria que a día de hoy son usadas de forma regular.

Con ellas, a partir del fieltro de conejo se generan las primeras mantas de pelo que posteriormente serán convertidas en conos y poco a poco irán tomando forma.

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Como decíamos, una vez se obtienen las mantas de pelo, el proceso siguiente consiste en ir dándole forma a base de calor, vapor y engomados. Un trabajo mecánico y tedioso, en el que también influye la temperatura y condiciones del producto.

Una empresa del sector comenzó a especializarse de tal forma en la fabricación de mantas de fieltro que terminó por convertirse en el proveedor habitual de esta casa. Y en la actualidad a excepción de ciertos encargos especiales, la producción de fieltro es de origen externo, para garantizar la máxima calidad de la materia prima.

Y como podéis ver, cuentan con la maquinaria necesaria, como os comentaba al principio, para hacer todo el proceso completo.

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A base de rodillos se realiza gran parte del trabajo mecánico, de esta forma se consigue el grosor y densidad deseados, en función de cada tipo de sombrero a fabricar. Y durante las fases de prensado podemos diferenciar fácilmente los diferentes estados del producto, tomando poco a poco consistencia. Una ardua tarea que será fijada por el proceso de engomado, mediante una resina líquida que reacciona con el pelo endureciéndolo y confiriéndole mayor empaque y resitencia.

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Es en este momento, tras el escurrido mecánico y secado de los conos, cuando se procede al teñido para conseguir el color deseado. Parece lógico pensar que en función del tipo de teñido la selección del pelo de conejo también será diferente.

Los conos se introducen en estas cubas cilíndricas provistas de tintes y fijadores que de forma natural teñirán su color.

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En este momento se empezará a moldear el cono para que vaya tomando forma, con la ayuda de máquinas específicas que irán haciendo que podamos empezar a distinguir la copa y alas del futuro sombrero.

Una vez más el rodillo y la presión son los mayores aliados de esta labor.

En este momento aún no se han tenido en cuenta las diferentes tallas y variantes, más allá de la tipología de sombrero.

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Justo ahora es cuando la cosa empieza a especializarse y, ahora sí, comienzan a tenerse en cuenta el tallaje de cada sombrero. Para ello, se usarán hormas específicas para cada copa y alas.

En las imágenes bajo estas líneas podrás diferenciar distintos tipos de hormas de madera.

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Se suceden hormas de formas más primitivas hasta pasar por las más detalladas, todo una vez más en un pausado proceso de moldeado hasta ir dando con la forma más cercana al final.

Una vez se tiene una forma definitiva, se procede al pelado o lijado de la superficie del fieltro, de esta forma quedará limpia, suave y libre de impurezas superficiales. Todo ello realizado mediante máquinas supervisadas por una atareada señora.

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Es en esta fase cuando ya comenzamos a identificar los sombreros con más facilidad y su acabado se va pareciendo más a lo que estamos acostumbrados a ver en tienda.

Sin embargo, todavía quedará un proceso de planchado realizados también mediante hormas de madera como molde de referencia y con la ayuda tanto de la plancha como de unas máquinas con enormes sacos de arena que moldean por enésima vez según la forma de la horma.

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La siguiente fase no aparece en fotos pero es llevada a cabo por unas señoras que están justo al lado de esta zona, y que realizan los cosidos necesarios según el diseño concreto. Ponen las cintas, bandanas, forrados interiores y decoraciones necesarias.

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Como último repaso final antes del empaquetado, un señor repasa, limpia y cepilla uno a uno cada sombrero, dándole su acabado final. Ahora sí podemos decir que ha finalizado el proceso de fabricación.

El sombrero pasará a etiquetarse y embalarse correctamente para su envío o almacenamiento.

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Lo cierto es que desde 1885 el proceso no ha variado demasiado, como hemos podido ver es todo muy mecánico y no hay avances tecnológicos y la ingeniería que existe es prácticamente la que se creó hace 130 años.

En la actualidad, Fernández y Roche es considerada como una de las mejores fábricas de sombreros de el mundo, y prueba de ello es que son muchos los países para los que distribuye. Dentro de ese 80% de producción exportada al extranjero es ya conocida por muchos su especial relación con la comunidad judía ortodoxa de los Estados Unidos, un cliente que según ellos es muy especial y exigente.

Cierto es que en las últimas décadas la cultura del sombrero ha decaído mucho, pero cada vez somos más los que poco a poco vamos dejándonos engatusar por la magia que supone portar uno sobre nuestras cabezas. Ocurre como el pañuelo de bolsillo, que una vez que te habitúas a ello te sientes extraño sin su presencia. Pero si es verdad que el sombrero requiere un período de adaptación y reflexión personal que no todo el mundo está dispuesto a hacer, por mucho que le encante.

¡Esperemos que esto cambie!

Recordad que además de encontrar sus sombreros en múltiples establecimientos tanto en España como en el extranjero, podréis visitar su propia tienda situada en la céntrica calle Rosario de Sevilla.

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