Puede parecer demasiado obvia la siguiente afirmación pero la clave para llevar la camisa perfecta está en saber llegar al compromiso entre comodidad y ajuste que nos permita sentirnos favorecidos y estilizados a la vez que cómodos. Pero de vez en cuando se nos olvida una u otra parte de esta dualidad.
Pretender limpiar cada arruga de una camisa sobre nuestro cuerpo es prácticamente imposible, y ceñirla como una segunda piel no es precisamente el camino hacía un correcto fit. Una camisa, como vemos en la imagen sobre estas líneas debe caer en todo momento de manera natural, sin trabarse en ninguna parte de nuestro cuerpo. Para ello es importante controlar bien los contornos, especialmente el de pecho, cintura y bíceps.
Una vez controlados estos contornos, el largo de mangas será otro de los aspectos importantes, que unido al ancho de puño configurarán una de las partes más presentes y visibles de la camisa en nuestro día a día, ya que las manos formarán parte de la mayoría de nuestras tareas.
Un puño demasiado ancho puede hacer que se deslice constantemente y uno demasiado ajustado podrá impedirnos movilidad. Un largo excesivo de manga hará que se formen bolsas indeseadas en nuestros antebrazos, mientras que unas mangas demasiado cortas impedirán la visibilidad de los puños bajo la chaqueta, restando equilibrio al conjunto.
Recordemos, y esto es aplicable a cualquier apartado del vestir, que en el equilibrio está el gusto. No lo olvidemos, y dejar fluir a las prendas, que nos den comodidad y transmitan naturalidad y soltura es la mayor representación de la elegancia. Lo impostado, rígido, artificial y pretencioso desde mi punto de vista está en las antípodas de lo que considero elegante y con estilo.
Los hombros de nuestra camisa deben descansar, sin tensiones ni demasiada holgura, sobrepasando ligeramente el hueso de nuestro hombro. Más estrecho nos impedirá la movilidad de nuestra espalda y más holgado generará arrugas innecesarias.
El jaretón de nuestra camisa -donde van dispuestos los ojales y botones- deberá caer de manera libre y relajada, sin estar pensionado en ninguno de los puntos de su recorrido. Dedicando especial atención a la zona del pecho y del abdomen en caso de que nuestro volumen sea mayor en estos puntos.
Para el final he querido dejar el cuello, que especialmente con corbata, es uno de las partes de la camisa que más protagonismo tienen. Sobre todo porque al vestir con chaqueta será junto con los puños la única parte que veremos de la camisa.
Jamás un cuello debe quedar holgado portando una corbata. El conjunto corbata-cuello debe ser una pieza siempre. Y esto no quiere decir que nuestro cuello tenga que sufrir para ello. Apretar una corbata no quiere decir apretarla contra nuestro cuello. Si la medida del contorno del pie de cuello de la camisa -parte del cuello que está en contacto con nuestro cuerpo- es la correcta con 1 cm de holgura correspondiente, podremos apretar la corbata contra el pie de cuello justo antes de que empiece a fruncirse ese será el punto perfecto entre confort y pulcritud.
Un consejo que os puedo dar para quienes encarguen sus camisas a medida es que prueben a pedir doble entretela en el pie de cuello para que este sea algo más rígido y estructurado y haga de parapeto entre el nudo de la corbata y nuestro cuello.
Teniendo en cuenta estos detalles deberíamos portar una camisa con estilo, comodidad y elegancia. Y no supone más que prestar atención a estos sencillos consejos. Podéis profundizar más sobre ello en mi libro Cómo llevar un traje, donde descubriréis las claves para vestir las prendas más representativas del hombre. [Ver libro aquí]
Recuerda que cualquier feedback, comentario o sugerencia son siempre bienvenidos.
Un saludo
Siempre me gustan esos Italianos que van con sus camisas sin corbatas y el cuello se queda perfectamente de pie estando desabrochado el botón del cuello y el primero de la tapeta. No sé si es por la rigidez de las estretelas, el patrón o no se.
Hola.
Entre los italianos hay un poco de todo. Hay quien lleva los cuellos más armados y estructurados. Desde el pie de cuello, hasta las palas e incluso el jaretón. Y otros que en cambio buscan algo más suave, ligero y natural. También cobra especial importancia, que esto lo descubrí hace unos años, la altura del primer botón. Es decir, la distancia desde el primer botón hasta el segundo que es el solemos dejar abierto. Pero esto es ir probando en camisas a medida y ver qué nos sienta mejor. No es algo que puedas ajustar perfecto a la primera porque no se puede corregir en una camisa cuando ya se ha hecho.
Otra cosa a tener en cuenta es que si una camisa se va hacer sabiendo que no se abrochará nunca con corbata, queda mucho mejor hacer el contorno del cuello ligeramente más pequeño. Como un centímetro aproximadamente. Esto hace que el cuello no «sobre» en su contorno cuando no está abrochado y que se quede mucho más armónico y natural cuando va desabrochado. El problema de esta solución es que condenamos esa camisa a no poder usarla ya nunca abrochada y con corbata, porque no nos cerrará o lo hará muy justo e incómodo. Pero si quieres tener camisas sólo para vestir sin corbata yo probaría esta solución y cuando encargues una camisa a medida pide que te reduzcan 1 centímetro o centímetro y medio en el cuello y verás el resultado.
Un saludo
Salva