Steve Jobs, el genio detrás de Apple, fue mucho más que un empresario e innovador tecnológico. También tuvo un impacto significativo en el mundo de la moda, el diseño y la industria en general. Su enfoque minimalista y atemporal se ha convertido en un símbolo de la simplicidad y la funcionalidad, y ha influido en la forma en que las marcas abordan el diseño y la comercialización de sus productos.
El estilo personal de Jobs se centraba en la funcionalidad. Vestía con jeans, camisetas y zapatillas, lo que le permitía concentrarse en su trabajo sin tener que preocuparse por la moda. Su enfoque minimalista y relajado fue una ruptura con la norma de la época y se convirtió en un símbolo de la contracultura y la creatividad que se estaba desarrollando en Silicon Valley.
Este enfoque, tildado incluso al inicio de simplista e innecesario, reflejaba su filosofía de diseño en Apple. Jobs creía que la simplicidad era la clave para crear productos excepcionales, y aplicó esta filosofía tanto en la tecnología como en su forma de vestir. Su visión consistía en que la ropa debería ser funcional y duradera, y no solo seguir las últimas tendencias. La ropa debía ser una extensión de uno mismo, sin distracciones ni complicaciones innecesarias.
La influencia de Jobs en la moda ha sido inevitable. Las marcas hoy día buscan crear una identidad de marca sólida y duradera, basada en valores más allá del producto y estilo en sí. Al igual que Apple fue creando una base de clientes leales que valoraban no sólo la calidad sino también el diseño, muchas marcas de moda poco a poco han ido buscando crear una relación duradera y significativa con sus clientes basada en valores similares.
La influencia de Jobs también se extiende a la forma en que se comercializan los productos. Y es que en lugar de centrarse en las últimas tendencias y estilos efímeros, muchas firmas ahora buscan ofrecer colecciones más atemporales, duraderas y prácticas, con las que el cliente compre porque quiere y le apetezca, no porque sienta la necesidad de estar quedando desfasado, como años atrás se hizo creer.
La relación entre moda y tecnología fue mucho más allá con Steve Jobs, en una historia con el diseñador japonés Issey Miyake, que muchos quizás no conozcan. Esta historia comienza en los albores de la década de 1980, cuando Jobs visitó la central de Sony en Tokio y descubrió que sus 30.000 empleados, incluido su cofundador y director Akio Morita, vestían de pulcro uniforme. Esto fascinó a Jobs. Aunque el verdadero sentido tras ello era que tras la época de guerras eran pocos los ciudadanos que podían contar con vestimenta adecuada para ir a trabajar.
En 1981 Sony, por su 35º Aniversario encargó a Issey Miyake, que por entonces ya era conocido como diseñador, un nuevo uniforme, y esto fue lo que hizo a Jobs terminar de aterrizar en las oficina de Miyake en Tokio con la misión de encontrar el uniforme perfecto para los empleados de su Apple.
Jobs, un hombre de gustos refinados y de visión futurista, tenía una idea clara en mente: quería un uniforme elegante, funcional y duradero que permitiera a sus empleados trabajar cómodamente sin distracciones. Justo lo que él pensaba para sí mismo. Miyake aceptó el reto y se lanzó a la creación de lo que sería el uniforme icónico de Apple.
El resultado fue el Miyake Turtleneck, un jersey negro de manga larga con un cuello alto. El diseño tenía una textura única que se logró gracias a una técnica de teñido denominada «plisado», que implica el plegado de la tela y su sumersión en tintes. El resultado es una textura arrugada y distintiva que hizo que se convirtiera en una prenda de culto. Jobs quedó tan impresionado por el diseño que decidió hacerlo parte de su guardarropa personal. El jersey, que se convirtió en su uniforme personal, lo usó en casi todas sus apariciones públicas y presentaciones de productos. En cambio no consiguió imponerlo como uniforme de la firma tecnológica pues en la America de los 80 Silicon Valley se había convertido en un símbolo de rebeldía y modernidad que lejos quedaba del sentimiento uniformado y clásico de antaño.
Pero la historia no termina aquí. En 1990, Issey Miyake lanzó una línea de ropa innovadora llamada «A-POC«, que significa «un pedazo de tela». La línea se basó en la idea de que toda la ropa se podría hacer a partir de un solo tubo de tela sin costuras. Jobs quedó fascinado por esta idea y decidió colaborar una vez más con Miyake.
Juntos, desarrollaron una versión especial del tejido A-POC que se usaría para hacer pantalones negros para Jobs. Los pantalones eran elegantes y funcionales, diseñados para ser cómodos y resistentes. Jobs usó estos pantalones en sus presentaciones públicas y los combinó con su icónico Miyake Turtleneck.
Esta colaboración entre Steve Jobs e Issey Miyake fue un claro ejemplo del poder de sinergia entre moda y tecnología. El intento de uniformar un estilo de vida por parte de Jobs al menos dió como resultado la búsqueda de su propio estilo. Pero fijémonos en un dato curioso, y es que por mucho que Jobs creyera no dar importancia a su vestimenta, lo cierto es que este caso demuestra que incluso él dedicó tiempo y esfuerzos en conseguir crear aquello que le identificaba. Por ello me resulta curioso cuando punkis, emos, hippies y demás tribus urbanas que en muchas ocasiones parecen dar a entender que ellos nada tienen que ver con la moda y realmente descubres que están siguiendo al pie de la letra los dictados de una moda concreta, con cortes de pelo, maquillajes, prendas y accesorios unos iguales que otros… Distinto es que ello no sea tan popular o extendido, pero moda es al fin y al cabo, porque todos buscamos de alguna forma encontrar un estilo que nos identifique.
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Buenos días,
no comparto para nada el estilo ni el diseño y menos ir siempre con la misma ropa.
Pero tiene un perfume que me encanta.
Gracias por el artículo.
Buenos días.
Pensé que hablabas de Steve Jobs, hasta que me he dado cuenta que realmente hablabas de Issey Miyake…
Un saludo
Salva