No quiero hablar más de moda.

Reconozco llevar semanas enfrentándome a este artículo, con ciertas ideas y reflexiones murmurando en mi cabeza sin encontrar entre ellas la capacidad de darles un sentido lógico más allá de mi cabeza.

Aprovechando unos días de asueto perdido en algún punto interior de la geografía valenciana, y tras días de pensar poco y descansar mucho, he decidido comenzar por enésima vez un nuevo intento -esta vez con el firme propósito de conseguir acabarlo-. Al fin y al cabo el verano no es sólo desconexión y desparrame, también puede ser un momento de reseteo y planteamientos.

A nadie le sorprenderá a estas alturas un nuevo artículo sobre reflexión en este Blog. Siempre he defendido la autocrítica y el pensamiento como caminos hacia el conocimiento. Aunque últimamente siento la parálisis por el análisis como ese árbol de sombra fresca en medio de un extenso secarral al sol del mediodía. Esa sombra que por un momento sientes como un oasis repleto de alivio y bienestar, pero al tiempo se torna tan diminuto y escaso que provoca una sensación de agobio de intensidad mayor incluso a la anterior.

Hace algunas semanas una nueva crisis de redes invadió mi cabeza, tomando la decisión de dejar de publicar durante tiempo indefinido en Instagram. Al final sólo fue cuestión de días, pero lo suficiente para ser consciente de algunas cuestiones preocupantes.

En primer lugar, la dependencia que tenemos algunas personas hacia este tipo de herramientas. Ya no sólo en lo relacionado con el ego y la conexión constante con otras personas, si no también para aquellos que usamos las redes como forma de inspiración de nuevos contenidos, temas, enfoques, proyectos, etc… Es tal la cantidad de información que consumimos o guardamos que al final un alto porcentaje resulta totalmente infructuosa y hasta frustrante, promoviendo aún más esa conocida procrastinación tan habitual en nuestros tiempos. De esta infoxicación ya hablamos hace unos años en otro artículo, y a pesar de haber sido consciente de ella ya entonces, he caído en ello una y otra vez.

Suelo plantearme con frecuencia el sentido y coherencia que tienen con mi forma de ser y pensar ciertas acciones. Más veces de las que me gustaria me he sentido bastante contrariado e incómodo tanto en lo personal como en lo profesional al respecto.

He de confesar que esta crisis personal es más existencial y profunda de lo que puede parecer. Tampoco es la primera vez que me ocurre. Y es que, ya no son sólo las redes, la moda en sí misma me resulta en ocasiones tan banal y absurda que carece por completo de sentido para mi

Sentir que formo parte de ello, de una forma u otra, me supone una dicotomía -y frustración- constante, lo reconozco.

A estas alturas de la vida sigo pensando que estamos aquí para aportar algo distinto, algo personal y diferente a lo que los demás ya hacen. Más veces de las que creemos lo hacemos únicamente motivados por el ego de ser reconocidos y valorados por ello, pero se nos olvida la parte más importante: Aportar de verdad algo diferente a la sociedad, formar parte de algo superior a nosotros. 

Algunos nos pasamos la vida buscando darle un sentido, ansiando formar parte de algo épico que nos haga posicionarnos dentro de un sector, familia, entorno… Pensando que así daremos una verdadera razón de ser a nuestra existencia. Pasan los años y con frecuencia seguimos sintiéndonos vacíos, por mucho que hayamos conseguido. Tratamos de llenar esos huecos con éxito. De cualquier tipo, el que sea. Y el monetario suele hacernos sentir bien porque nos permite comprar esa vida que creemos merecernos después de todo.

El pasado es tan alejado y pesado que mirar atrás ya no nos vale y el horizonte lo sentimos cada vez más cerca.

La llegada a los 40 ha hecho quizás que la reflexión y el replanteo sean dos constantes en mi vida aún más presentes y protagonistas. Sigo pensando, unas cuantas líneas después, que el crecimiento personal y profesional van de la mano de la capacidad de introspección y gestión personal de cada uno. No hay forma de aprender de los errores pasados si no paramos a pensar en ellos y sacar conclusiones. Eso sí, como apuntaba antes, no podemos quedarnos al fresco de la sombra que nos proporciona la reflexión y la queja constantes y debemos salir a caminar bajo el sol, aún a riesgo de pasar calor, sudar o incluso quemarnos, para encontrar un lugar mejor donde poder estar.

Entonces, ¿No quiero hablar más de moda? 

Otra de las cosas que he descubierto con el tiempo es que para poder aportar a los demás, uno debe sentirse cómodo con lo que hace, creer en ello y sobre todo y por encima de cualquier cosa disfrutarlo.

Me he dado cuenta, quizás demasiados años después, que no es la moda lo que me motivó a crear este blog. Ni hablar de relojes por coleccionismo, ni hablar de coches por estatus, ni escribir sobre marcas por avaricia o de arquitectura por opulencia. He descubierto que lo que realmente me gusta es el diseño, los materiales, las sensaciones, la calidad, la belleza, la originalidad… Cualidades intrísecas en una serie de productos que para muchos pasan de soslayo eclipsadas por otras sensaciones inconscientemente superiores que asaltan y persuaden a nuestro ego de tal forma que lo realmente diferente queda relegado a lo evidente, en un segundo plano.

Y no es que yo me crea superior, yo he sido el primer persuadido por todo esto, el primero que se ha dejado llevar por esta corriente, olvidando la verdadera esencia. Esa esencia que me gustaría aprender a transmitir, la que de verdad me conmueve y motiva. Pero a partir de ahora quiero cambiar todo esto. Parecerá una tontería pero me ayuda a darle sentido a lo que hago y quiero hacer. Me ayuda a darle forma a nuevos proyectos, a entender mi cabeza e incluso mis sentimientos hacia todo este mundo estético. Mis sentimientos encontrados con el mundo audiovisual, mi relación con la fotografía, lo que significa para mi y lo que quiero que signifique a partir de ahora.

Es por ello que quiero cambiar cosas en mi forma de transmitir a través del Blog y redes sociales. Quizás no debería siquiera compartir esta reflexión con vosotros, y directamente lanzarme a hacer estos cambios, pero me apetecía haceros partícipe de ello. 

En estos momentos me encuentro ordenando ideas y conceptos que sean la base de este cambio. Incluso estoy realizando modificaciones en la web para dar más protagonismo general a la fotografía (como el cambio completo de esta sección), que por formato, tamaño y presentación realmente no tenía el lugar que me gustaría dentro del contenido. Y en las próximas semanas habrá más cambios en este sentido.

Porque en la vida… Lo único constante es el cambio.

Así que no, no quiero hablar más de moda, coches, relojes, perfumes… voy a empezar a hablar de estilo, materiales, diseño, calidades, conocimiento…

Quizás algunos no notéis la diferencia y pued parecer que nada cambia más allá de la estética, pero sí, creedme. Todo está cambiando.

Gracias por leer hasta aquí un día más y recuerda que tus comentarios, feedback y sugerencias son siempre bienvenidos.

6 comentarios en “No quiero hablar más de moda.”

  1. Buenas tardes Salvador,

    Si a los 40 ya andas así, espera llegar a los 50. Sinceramente, estoy aburrido de tanta queja y lagrimeo, y efectivamente, este artículo no me ha aportado nada en absoluto. Quizás sea, por la decepción de esperar que fuese el cierre al anterior maravilloso artículo y esperaba ver el detalle de los pantalones y del conjunto completo.

    En cualquier caso, hagas lo que hagas con tu blog, agradecido por todo lo que has aportado, desgraciadamente, cada vez quedan menos y ya son muy pocos.

    Feliz camino Salvador y mil gracias.

    1. Hola Eneko.

      A veces los artículos no aportan solo al lector sino, aunque pueda sonar egoísta, también puede oportar al que los escribe.

      Creo que has entendido mal el artículo, probablemente culpa mía de no haberlo dejado claro quizás. Pero vengo a decir también que de poco sirve la queja y reflexión sin la acción.

      Aunque reconozco que el título pretendía llamar la atención del lector en un momento (el verano) en el que tenemos aún más distracciones, con ese pequeño guiño sin maldad. No es mi intención dejar de hablar de moda, pero si reenfocar la forma en la que lo hago, centrándome más en otros aspectos como el diseño, materiales y esencia. Ya no sólo desde la palabra sino también desde la parte gráfica.

      Respecto a la segunda parte del artículo del esmoquin, durante la segunda quincena de Agosto, ya en Madrid, tengo pensado continuarlo.

      Un saludo.
      Salva

    2. Salvador López Aznar

      Pues mira Eneko, ese es precisamente mi caso porque estoy a las puertas de los 50`s jajaja. Y al final veo una sana costumbre parar de vez en cuando y reflexionar sobre lo que estamos haciendo y la razón por la que lo hacemos.

  2. Hola tocayo.

    Te felicito por la reflexión que has compartido y también te la agradezco. No eres el único que, llegada esta época del año, se para a realizar una introspección y revisión interna para ver si lo que hacemos está alineado con nuestra esencia y es coherente con nosotros mismos.

    Más a menudo de lo que nos gustaría nos dejamos llevar por la superficialidad y banalidad del consumismo sin darle el valor suficiente a las pequeñas cosas intangibles que son las que nos hacen felices.

    Este ejercicio de cuestionamiento interno nos ayudará a plantearnos si seguir por el mismo camino nos va a ayudar a llegar a un destino deseado disfrutando del proceso o en cambio tenemos que dar un volantazo y discurrir otros senderos menos transitados pero que sintamos que son más cercanos a lo que somos y buscamos.

    Feliz verano.

    1. Hola Salvador.

      Gracias por tu comentario, como siempre.

      A veces es una decisión complicada. Continuar en tu zona de confort o plantear giros buscando eso que sientes que no terminas de tener.

      Creo que es parte de la vida esta eterna disputa personal.

      Un saludo.
      Salva

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