El peligro del espejo: La prueba.

Ya sabéis que me gusta reflexionar sobre temas basados en mi propia experiencia, y llevaba algunos meses queriendo tratar este tema que me parece de suma importancia y en muchas ocasiones no tenemos en cuenta a la hora de realizar y probar nuestros encargos.

La prueba, ya se trate de un proceso artesanal o más industrial, es un paso importante que debemos dar con cautela. Y no se trata de buscar cada fallo en cada rincón de nuestra nueva prenda cuando estamos frente al espejo, sino que debemos tener presente una serie de consejos con el fin de sacar el mayor partido posible a ésta.

«Lo perfecto es enemigo de lo bueno»

El objetivo de la prueba es, lógicamente, testar el producto sobre nuestro cuerpo para ver cómo reacciona ante él esta nueva prenda, corrigiendo así cualquier variación necesaria. Dicho esto, por muchas ganas que tengamos de tener nuestro nuevo encargo en el armario, conviene dedicar cierto tiempo y concentración a dicha práctica porque sólo así ayudaremos al sastre o medidor a terminar de crear exactamente lo que buscamos.

Recuerdo que Jose María López-Galiacho de ElAristocrata.com nos ha comentado en alguna ocasión que cuando probamos una prenda debemos actuar con normalidad, caminar por la sala, sentarnos si fuera preciso. Y… ¡qué razón tiene! ¿Cuántas veces nos ha pasado que delante del espejo todo nos queda estupendo y cuando llegamos a casa y probamos con tranquilidad hay cosas que no cuadran?

¿A qué se debe esto?

Tengo la teoría personal, no comprobada científicamente, de que cuando nos plantamos delante del espejo cada persona se transforma en aquello que quiere ver de sí mismo. Metemos barriga, elevamos barbilla, estiramos hombros y nos engrandecemos como personas al sentirnos protagonistas por un momento. Inconscientemente estamos distorsionando por un instante la realidad, y justo en el momento en el que otra persona está revisando su trabajo sobre la prenda que llevamos encima.

Como podéis imaginar este es un claro error que hay que evitar. No es fácil de corregir, y es que tengamos en cuenta que esta práctica de distorsión de la realidad probablemente llevemos realizándola desde que tenemos uso de razón.

¿Cómo solucionarlo?

Como bien indica Jose María, el hecho de caminar, movernos y realizar acciones cotidianas ayuda a nuestra mente a relajarse para que no automatice esa pose artificial frente al espejo. Esto es algo que el propio sastre debería invitar a hacernos, pero supongo que para ellos resulta mucho más fácil trabajar sobre un maniquí estático que sobre un objeto en movimiento. Pero es necesario, tanto para su trabajo como para nuestra satisfacción final que precisamente el dinamismo y respuesta de la prenda frente a situaciones normales sea tenido en cuenta.

He presenciado casos en los que un pantalón quedaba francamente favorecedor a quien lo portaba pero luego era capaz de sentarse con un mínimo de dignidad sobre una simple silla, y mucho menos agacharse al suelo a por las llaves.

Tengamos en cuenta que el señor que nos mide únicamente está teniendo en cuenta medidas absolutas que no terminan de definir posturas, desviaciones o alteraciones generales o particulares de nuestro cuerpo. Es justo en la prueba donde se comprueban este tipo de cosas, de ahí su importancia.

Aprovechando que seguimos con la web de ElAristócrata.com como asistente en la reflexión de hoy, os diré que resultan muy interesantes y didácticos los consejos que nos ofrece Jose María en su último artículo ¿Cómo debe quedar un traje? basado en sus explicaciones sobre una imagen de nórdico Andreas Weinäs, tipo elegante donde los haya.

Es recomendable por tanto que instauremos nuestro propio ritual de prueba de esta forma será más complicado que se nos olvide algo durante el proceso. Un posible itinerario del mismo podría ser el siguiente:

  1. Ponernos el traje o prenda bien abrochados y caminar con soltura por la sala, primero sin prestar atención al espejo, y luego haciéndolo pero sólo como de pasada.
  2. Desabrochar la chaqueta, metednos las manos en los bolsillos del pantalón, volver a abrochar la chaqueta. Y de pasada ir fijándonos en el espejo, pero no realizar toda la acción delante de él.
  3. Agacharnos delante del espejo y atarnos uno de los zapatos. Seguir observando de manera disimulada hacia el espejo.
  4. Pidamos al sastre o medidor que sea él quien valore los detalles primero.
  5. Fijémonos en el encaje de hombros y cuello, que todo quede en su sitio a pesar de cualquier movimiento. La sisa debe ser profunda y permitir levantar el brazo con relativa soltura.
  6. Dejando caer el brazo con naturalidad comprobemos si aparecen arrugas horizontales o verticales en el nacimiento del hombro o por debajo. ¿Manga adelantada o atrasada?
  7. Sigamos bajando y comprobemos la cintura, que quede a nuestro gusto pero que nos permita sentarnos sin desabrochar llegado el caso, aunque luego lo correcto sea hacerlo.
  8. Observermos el largo de mangas y si cualquier corrección en hombros les afectará.
  9. Le toca el turno al largo de la chaqueta y la cadera, que todo quede en su sitio.
  10. Abrimos la chaqueta y observamos el pantalón. ¿La cintura está en su sitio? No olvides el cinturón o tirantes. El tiro es el correcto ¿sobra o se clava? ¿Se nos abren los bolsillo o forman bolsas?
  11. Sentémonos sin la chaqueta puesta. ¿Cómo responde el pantalón?
  12. Revisemos que de muslos a tobillos el pantalón cae sin dificultad.
  13. Lleguemos al bajo, ¿es correcto? ¿Tenemos la cintura del pantalón donde queremos?
  14. Volvamos a ponernos la chaqueta, pongámonos de lado y sin posturas complejas miremos hacia nuestra espalda. ¿Cae limpia? ¿Aparecen arrugas horizontales o bolsas? ¿El cuello asienta bien sobre nuestra camisa?
  15. Hemos terminado, podemos cambiarnos.

Puede parecernos quizás demasiado metódico y enrevesado, pero lo cierto es que una vez que lo has hecho un par de veces ya sale todo mucho más natural. Si nos fijamos no es más que ir revisando de arriba a abajo todas las prendas, pero esta vez siendo conscientes de no distorsionar nuestra postura frente al espejo.

Otra cosa importante es estar concentrado en dicho momento, y dedicarnos unos minutos a disfrutar de esta parte del proceso sartorial. Olvidemos por un momento todos nuestros problemas cotidianos y centrémonos en lo que estamos haciendo.

¿Tenéis algún truco cuando probáis encargos? Contádlos!

PD: La imagen de la portada pertenece a B&TailorShop.

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