Eight & Bob (EDT). ¿A la altura de su leyenda?

El hombre es un animal que se alimenta de historias. Hasta aquí nada nuevo. Pero uno podría pensar que, aun y con nuestra naturaleza narrativa, en la elección del perfume lo único que contaría en nuestro proceso de decisión es que «oliera bien».

Sin embargo, y dando la razón a Georges Lewi, Deyan Sudjic o Christian Salmon, cuando compramos cualquier artículo (y cuanto más de lujo, mejor) compramos historias. Sí, Cool Water huele muy similar a Green Irish Tweed, pero… ¿desde hace cuántos años que Creed hace perfumes? ¿Desde 1760 (aunque la empresa fuera fundada en 1970)? además, ¿qué perfume usaba Cary Grant, el de Creed o el de Davidoff? Pues eso. Con esto no quiero decir que Cool Water y Green Irish Tweed huelan idénticas o que no esté justificado decantarse por la alternativa de Creed. Pero sí subrayo que la aureola de exclusividad y la historia que hay detrás de esta última es un factor que pesa, allende del aspecto meramente olfativo.

Pero ¿a qué viene este mazacote? ¿Esto no era una reseña sobre un perfume?

Para ponernos en situación y que entendáis por qué he empezado tocando este tema voy a contar (abreviada) la historia de Eight & Bob, el perfume que nos ocupa hoy, extraída directamente de su web.

Cuenta la leyenda que a principios del siglo pasado, Albert Fouquet, hijo de un aristócrata parisino y amante de la perfumería, se paseaba por los eventos de la alta alcurnia parisina llevando un perfume que levantaba admiración entre los asistentes (y que él mismo creaba). De haber existido Basenotes 200 años atrás, éste hilo hubiera estado monopolizado por el perfume de Monsieur Fouquet. Todo y la buena acogida de su perfume, Albert Fouquet se negaba a comercializarlo. A partir de aquí, el susodicho conoce a John Fitzgerald Kennedy, el cual queda infatuado por su perfume y le pide una muestra. Fouquet se la envía y Kennedy, muy satisfecho con las reacciones que ha despertado el perfume en su entorno, le pide 8 muestras más y, si su producción lo permite, «otra muestra para Bob». Y así etiquetó las muestras que envió, con el literal «EIGHT+BOB». Al poco, Mr. Fouquet empezó a recibir cartas de personajes ilustres de Hollywood pidiendo el perfume «EIGHT+BOB». La historia sigue, e incluye la supervivencia de la composición del perfume a la muerte del autor, el ocultamiento de Eight+BOB a los nazis (!) y una nota del perfume, la principal, que se conserva en secreto.

Es una buena historia, qué duda cabe. Se trataría de un perfume con doscientos años de historia que fue la «signature scent» del hombre más poderoso del mundo y que está envuelto de secretismo. Ahora bien, ¿es esta historia cierta? No lo sé. Tal vez. O quizás sea puro marketing. Como no hay forma de saberlo más allá de la especulación, vamos a ponerle una lupa al perfume y a comprobar si merece la pena lo que piden por él.

Eight & Bob en detalle

Eight & Bob es un perfume niche que se vende, en la web oficial, por 150 euros los 100 ml. En Fapex y en Amazon está algo mejor de precio, pero por ahí anda.

Por esos precios, uno espera recibir un producto de calidad. El packaging es una maravilla, dentro de la caja en la que viene le frasco hay un libro en el que se explica la historia del perfume y cómo se concibió, y dentro de este hay un hueco en la que guardar el frasco. Muy original.  La botella es sencilla, elegante, a mí personalmente me gusta. ¿Pero qué hay de la composición en sí? Veamos.

Para continuar con la leyenda, la nota principal de Eight & Bob es un misterio, como he comentado antes. Teóricamente en las notas de base está una planta extraída de Chile llamada «Andrea», la cual es muy escasa y por ende muy exclusiva. Sea como fuere, esta nota no sale en la lista que ofrece la web de Eight & Bob. Las notas que se pueden percibir son ámbar gris (lo cual justificaría en parte el elevado precio), el cedro y la vainilla de fondo. Y es una combinación muy buena, masculina aunque podría considerarse unisex, elegante, refinada. Me gusta. Pero aun así siento que le falta algo.

A medida que se va secando, noto el parecido con Fahrenheit 32, de Dior, que no me gusta especialmente. Eight & Bob está mejor compuesta que Farhenteit 32 pero esa vainilla de fondo acaba cobrando demasiado protagonismo, y aunque huele bien, incluso muy bien, siento que es una composición blandita, a la que le falta una nota que imprima carácter.

Lo mejor que se puede decir de este perfume es que huele bien y que no va a desagradar a nadie. Si regaláis este perfume podéis tener la certeza de que acertaréis. Si lleváis este perfume a la oficina podéis estar seguros que nadie pondrá mala cara (a no ser que os paséis en los sprays).

Lo peor que se puede decir de Eight & Bob es que, hasta cierto punto, es algo genérico para jugar en la liga que juega. Con esos precios, y con el bombo que tiene detrás, uno espera «algo» más. No sé el qué, pero algo. Lo que obtenemos por 150 euros es un perfume amaderado con notas de vainilla, equilibrado en su composición, masculino tirando a unisex, perfecto para la oficina, apto para todo el año -incluso en verano, si las temperaturas no son muy altas-, con un packaging y una historia detrás extraordinarios. ¿Es eso suficiente?

 En mi opinión, se queda corto. Si tuviera que ponerle una calificación únicamente por aroma y rendimiento, a Eight & Bob le pondría un 3.5/5. Huele bien, tiene muy buena longevidad y una proyección decente las primeras horas, y desde luego recomiendo que lo probéis. Pero no lo compréis a ciegas.

¡Hasta la próxima semana!

– Aitor
aitor@sinabrochar.com

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