Cómo ya sabréis muchos de vosotros, en estos momentos estoy directamente implicado con el nuevo giro que está dando la firma The Seëlk, de la que pronto os contaré novedades, pero si bien llevo ya muchos años relacionado con el mundo textil ahora que comienzo a adentrarme desde otra perspectiva no dejo de sorprenderme cada día con situaciones, anécdotas y un sinfín de aspectos que me apetecía compartir con vosotros.
Como iréis descubriendo en los próximos meses el proyecto The Seëlk está suponiendo un verdadero reto dentro de este sector, pues pretende ser mucho más vanguardista de lo que se pueda pensar, y no precisamente sólo en la colección de productos, sino en el propio modelo de negocio, así como en la forma de entender la firma, su relación con los clientes y en la experiencia de compra.
«Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa»
Marlk Twain
Hace ya algunos años, cuando comencé a estudiar Arquitectura Técnica, una de las cosas que hizo desencantarme del sector fue comprobar que nada era como yo había imaginado. Ya estudiando y al trabajar en ello me di cuenta que a pesar de todo lo que se construía y edificaba en España apenas había investigación sobre nuevos materiales, optimización de procesos constructivos, ni siquiera grandes avances sobre sostenibilidad o diseño cotidiano. Y quizás soy demasiado pasional e iluso pero siempre he creído en la importancia de que todos aportemos algo en esta vida a la sociedad, a los demás y a nuestra propia existencia, tratando de dejar un mundo mejor del que nos encontramos. Ese es el motor que me empujó a adentrarme en la moda, y el que me anima cada día a seguir luchando por ser lo más útil posible y ofrecer lo mejor de mí a este sector.
En los últimos meses he ido observando que este sector moda no difiere demasiado en cuanto actitud general de ese sector de la construcción, que abandoné, preocupado únicamente por engrosar sus bolsillos con volúmenes de venta, sin pararse a pensar ni un minuto en lo que se estaba haciendo. Diez años después la resaca de los excesos urbanísticos todavía sigue rondando la cabeza de muchos, pero es que a poco que observemos la moda nos daremos cuenta de que vamos abocados al mismo camino. Hace poco leí que el 77% de las marcas globales en el mundo podrían desaparecer mañana sin que a nadie le importase lo más mínimo. Ese dato es mucho más impactante de lo que parece, quiere decir que ¿sólo hay un 23% de las marcas que lo hacen lo suficientemente bien como para ser imprescindible para tus consumidores? Si no consigues ser imprescindible para tus consumidores, entonces ¿Qué has conseguido realmente?
Vivimos en la era de la competencia, donde es probable que decenas de empresas hagan exactamente lo mismo que tú, con anterioridad y más experiencia. Pero es que tan sólo haciendo un breve repaso del plantel general de marcas de moda en España te das cuenta de que hay decenas de marcas ofreciendo más de lo mismo, embarcados en una guerra constante de precios porque es lo único que les diferencia. Pero por si esto fuera poco, ya no vale luchar con igualdad de condiciones sino que, fruto de la fuerte competitividad del sector, y la supremacía de aquellas grandes que manejan el mercado a su antojo, experimentamos ciertos fenómenos con un nivel de gravedad que roza el código penal. Os sorprendería descubrir la cantidad de marcas que, en connivencia con fabricantes, mienten en el origen de sus prendas, pero es que además mienten en la composición de sus productos. Otros, algo más inocentes, tan sólo juegan al despiste y desconocimiento constante.
La Industria de la moda quiere crecer tan rápido que no se detiene a reflexionar sobre el impacto que todas estas acciones tienen sobre el mercado. Y es que contactas con fabricantes y confeccionistas y, en general, lo único que les importa es el volumen de pedido. Ni el diseño, ni la calidad, ni los materiales, ni el proceso… Han estado tantos años trabajando por optimizar los costes para producir el mejor producto al menor precio, que se han olvidado de cómo hacer simple y únicamente el mejor producto.
El producto no importa, tampoco importa el desarrollo que hay detrás, ni importa el origen de su materia prima. Es, hoy día, un mercado muy reducido aquel que de verdad le da valor a lo que hace, aquellas marcas que sinceramente luchan y apuestan por ofrecer un producto con sentido al mercado, no uno más. Y es que resulta muy complicado hacerlo cuando todo el sector está pensando en otra cosa. se preocupan más por cómo conseguir un marcado de entre 4 y 7 veces el coste de producto, para que esto les permita crear una red de distribución, vender en retail y además alimentar un posible canal outlet.
Y está claro que a todos nos gusta que nuestra marca de referencia textil tenga tiendas en todos las ciudades de España, venda online y además lo haga con descuentos de vez en cuando. Pero, ¿a costa de qué?
En la labor de desarrollo de la colección de The Seëlk hemos tenido que visitar muchos talleres y fábricas principalmente de España y Portugal, dos de los centros productivos principales del textil en Europa. Y llama la atención el desdén con el que todo lo innovador es tratado inicialmente, habiendo llegado a escuchar incluso que mejor de lo que hacen ellos un producto ya no se puede hacer, para comprobar después, con el tiempo, y sobre todo con paciencia, que efectivamente si se podía conseguir mejorar. Sólo hacían falta ganas para conseguirlo.
Claro que es mucho más fácil crear una colección con 300 referencias de 40 productos diferentes, meterle un buen margen de distribución y crear una tienda online al uso, con un par de tiendas en capitales de provincia y hacer mucho ruido en Redes Sociales, con descuentos permanentes que traten de arañar ventas a los grandes con la idea de captar potenciales clientes. Pero es probable que al poco tiempo descubramos que eso que parecía un negocio redondo no es tan rentable como pensabas, porque tu producto al carecer de esencia necesita otros alicientes como el precio para poder ser comprado, y ya no te salen los números para la maquinaria que has montado. A menor margen, necesitas mover mayores volúmenes en poco tiempo, con lo que aumentas el riesgo y la vez debes tratar de bajar costes, con lo que cada vez tienes un producto peor, compitiendo en un sector únicamente en base al precio. Y además compruebas que esos clientes que te llegaban a mansalva se van con facilidad al siguiente que haga lo mismo que tu pero con otro aire renovado al poco tiempo.
Fugacidad es lo que buscamos y fugacidad es lo que tenemos.
No, no es fácil. Pero mucho más difícil es tratar de pensar un modelo diferente, crear un verdadero concepto de marca, defender un precio justo acorde a una calidad y sobre todo ser fiel a tus principios. Es mucho más difícil, probablemente muchos tarden en entender lo que haces, otros estén tan acostumbrado a lo corriente que pases desapercibido, pero con el tiempo te harás un hueco, la gente entenderá tu mensaje, y tus clientes serán cada vez más fieles.
Ese es el camino.