A poco que viajemos más allá de nuestras fronteras nos damos cuenta de que la oferta hotelera en España suele superar a la de la mayoría de nuestros vecinos europeos. En España resulta realmente económico alojarse en un espacio céntrico, dotado de calidades y servicios más que suficientes. Algo que no pueden decir muchos países.
El mundo está cambiando constantemente, la oferta para cualquier producto o servicio es cada vez mayor y esto obliga a los empresarios y emprendedores a reinventarse y buscar formas de atraer a un nuevo público.
Hace unos años la palabra hostal, en la mayoría de los casos, tenía ciertas connotaciones negativas. Sobre todo si la enfrentábamos a su hermana mayor: El hotel.
Fruto de ese cambio en pro de la competencia que comentábamos antes, esos hostales anodinos y en algunos casos hasta ruinosos, han comenzado a convertirse paulatinamente en sitios con estilo, estética cuidada y servicios que en muchos casos poco tienen que envidiar a un hotel.
En mi última estancia en Madrid hace algunas semanas, me alojé en el Vitium Urban Suites. Y he de decir que me gustó por muchas razones, que paso a contaros a continuación.
En primer lugar, la localización es inmejorable, situado en el número 61 de la Gran Vía, próximo a Plaza de España, y como podéis imaginar perfectamente comunicado tanto por Metro, Taxi o Bus.
Pero con estas características hay muchos hostales en el centro.
¿En qué se diferencia?
Ocupando las plantas 4ª y 5ª del edificio que habrás admirado infinidad de veces junto al amasijo de cemento de mediados de siglo XX que forma esta conocida calle madrileña.
Cuando entras en el portal no te imaginas lo que encontrarás tras subir el ascensor. Abres una gran puerta y descubres la recepción de Vitim Urban Suites.
Una lucha de contrastes sería el concepto que mejor definiría a este espacio.
El ajetreo y caos de la calle contrastan sorprendentemente con la tranquilidad y sosiego que se respira en todas las instaciones de este hostal. Al igual que el estilo clásico rozando lo rancio del resto de zonas comunes del edificio contrasta con la modernidad y practicidad de lo que vemos en el interior.
El diseño mira en todo momento al exterior, haciendo uso de la luz, y aprovechando las vistas a la calles Gran Vía y Flor Baja. Resultando especialmente atractivo el poder desayunar justo en la intersección de ambas calles con una vista privilegiada del trasiego mañanero propio de una de las calles con más vida de Madrid.
El comedor es, como podéis ver, realmente precioso, pero las habitaciones no se quedan atrás. Siguiendo esa filosofía de practicidad pero con estilo, nos encontramos ante estancias confortables suficientemente desahogadas, incluso en los casos de menor tamaño, y especialmente espaciosas en las habitaciones más grandes. Algunas de ellas contando con balcones, pero todas con grandes ventanales.
Disponen de 12 habitaciones de diseño sencillo con cierto toque vanguardista de los 70, con muebles lacados en negro o rojo. Sobrio pero muy elegante.
Y lo mejor de todo es que su precio es realmente atractivo, con un rango habitual de entre 70 y 120 euros.
¿Qué más se puede pedir?
Yo los he probado y siempre que esté disponible repetiré en mis próximas visitas a la capital.
¡Seguimos con el Martes!