Mis abuelos

María Victoria Madrid López y Antonio Ladrero Elías.
Mis abuelos son peculiares. No conozco a dos personas que, pasando los ochenta años, tengan tantas ganas de vivir!
Mi familia es grande, y no lo digo solo de forma elogiosa. Siempre hemos sido familia numerosa, desde que mis abuelos trajeron al mundo nueve hijos. Entre ellos varios médicos, profesores, administrativos o economistas.
Gracias a ello recuerdo haber tenido siempre una feliz y divertida infancia rodeado de primos y tíos. Y ante cualquier problema o desavenencia siempre hemos contado los unos con los otros.
Me enorgullece decir que mi familia permanece unida a pesar de que los tiempos cambian, los problemas se suceden, y las distancias se hacen cada vez más grandes.
Este es el mayor legado que hemos recibido de mis abuelos. Ellos, conscientes o no, han sabido mantenernos unidos a todos, han disfrutado cuando en su casa casi no cabíamos los más de cuarenta y han sabido aconsejarnos a todos en nuestro camino.
Personalmente, de mi abuelo he heredado el gusto por la ropa, las manías, los nervios y la impaciencia.
De mi abuela he heredado mi mente olvidadiza, mi afición por escribir y leer y quizás también mi aura conciliadora.
Ellos siempre han sido un ejemplo a seguir, y el mejor espejo donde mirarnos todos los que les rodeaban. 
Y no es para menos! 
Mi abuelo Antonio era el Practicante de Punta Umbría, y todavía hoy día la gente le conoce por ello. Se mantiene tan en forma como le permiten los años y siempre que su cuerpo se lo permite disfruta dando largos paseos por Huelva.

Mi abuela desde muy joven ya trabajaba como telefonista, junto a sus hermanas. Y hoy día no se queda atrás y se conecta diariamente a internet desde su ordenador para revisar el correo, visitar webs o jugar a videojuegos.
Como ya decía, mis abuelos son peculiares.
Os quiero.

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