Honestidad Profesional.

Ya sabéis que de vez en cuando me gusta reflexionar en voz alta sobre la industria textil en general y lanzar al aire una serie de pensamientos que van surgiendo en mi cabeza conforme voy descubriendo más en profundidad este mundo.
Llevo tiempo hablando con sastres, responsables de marcas o seguidores sobre toda la información tan turbia que a veces encontramos entre los profesionales del sector o incluso periodistas bloggers desinformados o poco duchos en la material.
Está claro que nadie nace sabiendo y que todos podemos cometer errores, pero a día de hoy la información vaga por la red de redes y a veces es certera y muy útil y otras veces es interesada -o poco contrastada- y por lo tanto inservible. Por suerte o desgracia, solo el tiempo y la experiencia te va haciendo capaz de discernir entre una y otra.
Hace algún tiempo escribí dos artículos con los que traté de arrojar un poco de luz a toda esta maraña de conceptos y posibilidades:
Hay quien pretende encasillar mi filosofía exclusivamente en el mundo de las marcas clásicas o piensa que soy un fiel defensor de la sastrería industrial, por encima incluso de la sastrería artesanal. Y desde aquí les digo que nada más lejos de la realidad. Me considero un hombre con la mente totalmente abierta que poco a poco va conociendo los entresijos de una y otra opción, y que tiene claro que ahora y siempre seguiran siendo eso, simplemente opciones.

Pero no quiero divagar demasiado y alejarme de las reflexiones que me han hecho escribir este artículo. Hoy quiero hablaros de la Honestidad Profesional que debería imperar en esta industria y que conforme vas conociendo en profundidad te vas dando cuenta de que en determinadas ocasiones brilla por su ausencia.
Más allá de la crítica a la teoría de precios de cada firma o establecimiento, cuestión que considero totalmente personal y respetable, lo que si debería de estar siempre presente es la honestidad, con todas sus letras.
Como consumidor, no me importa que vendas trajes de mezcla con poliéster a 500 euros, ni que vendas zapatos de suela pegada a 150 euros. El que estos precios sean correctos o no lo regulará el mercado tarde o temprano. Lo deshonesto es vender una prenda de fibras artificiales como si fuera una de origen natural. O exponer esos mismos zapatos haciéndome creer que es la mejor opción del mercado.
¿Dónde está el límite entre el adorno de nuestro producto y la falta de honestidad?
Escucho quejarse a muchos sastres que tal o cual no es un verdadero sastre, o que determinados establecimientos no deberían usar la palabra sastrería entre sus denominaciones. Y en parte tienen razón, ya que comprendo que sientan usurpado su estatus y conocimiento, que tantos años y esfuerzo les ha costado conseguir, con la misma rapidez que el supuesto sastre se pasa el metro por el cuello.
Siempre he dicho que No basta con ser bueno sino también parecerlo, pero el que necesita adornar demasiado su trabajo es porque no se fia ni el mismo de él.
No obstante, como he hecho saber a estos mismos sastres que reivindican su puesto en la industria, esto no pasaría si en vez de recelar de su trabajo y guardarlo con ahínco para evitar ser copiado, deslumbrasen a la sociedad con sus habilidades y mostrasen al mundo lo que realmente les diferencia de tanto impostor.
Estoy harto de decir que vivimos en la era de la información y no hay que tener miedo a dar toda la información posible, porque esta es una herramienta valiosísima no sólo de disfusión, sino también de aprendizaje y evolución. Estamos hartos de ver el trabajo con todo lujo de detalles y disección de profesionales italianos, británicos, asiáticos, y sin embargo, el verdadero artesano español sigue oculto en su caverna quejándose de cómo otros le pisan.
Albert Einstein dijo: «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo«.
Y para aquellos que les gusta adornarse tan sólo decirles que hay hueco para todos. No toda la sociedad necesita, ni puede costear, maestros sastres a su servicio, pero por favor llamemos a las cosas por su nombre, que no hay nada de malo en ello.
Y para los consumidores, cuidado con las palabras «A medida», «Bespoke», «Lujo», «Sastrería»… porque son las más propensas a este tipo de entuertos y luego vienen las sorpresas.
¡ Seguimos con el Miércoles !






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