La Pereza.

Desidia o flojera que nos lleva a no poner empeño en el desarrollo de tareas que deberíamos cumplir. Esa es una de las definiciones que describen a uno de los considerados siete pecados capitales. La pereza, esa que nos impide hacernos cargo de nuestra propia existencia y deberes como ser humano. Es manifestada de muchas formas a lo largo de nuestras vidas y a veces no siempre se ve con claridad. Hoy quizás descubramos una forma de pereza en la que puede que no hayamos pensado.

Dejar que otros hagan el trabajo por nosotros es una forma de abandonarnos a la pereza

¿Cuántas personas prefieren no gastar tiempo y esfuerzo en algo si pueden esperar a que alguien se lo de hecho? Tranquilos, seguimos en un Blog sobre moda no os habéis equivocado al clickar. Entonces, ¿Qué tiene esto que ver con la moda y estilo?

Hoy día son muchas las personas que ya no sólo se dejan aconsejar por las tendencias, sino que las siguen como si de una religión se tratase, como si saltarlas conllevara la expulsión del paraíso en nuestra próxima vida. Suenan exageradas mis palabras, pero tan sólo tenemos que coger un álbum de fotos para comprobar cuánto y cómo cambia nuestro vestuario y con qué rapidez. Tiene sentido que de una generación a otra se noten cambios, pero a veces no es tanto el tiempo que transcurre entre lo que encontramos esperpéntico y actual. Curioso, ¿verdad? Cuando justo hace ese tiempo que, aquello que ahora nos parece horroroso, era justo la pura actualidad.

¿Porqué sucede esto?

Cómo puede ser que lleguemos a sorprendernos de nosotros mismos de esa manera, y lo que es peor, ¿Realmente pensamos que ahora lo estamos haciendo mejor de verdad? De ser así porqué estamos seguros de que dentro de ese mismo tiempo volveremos a vivir exactamente esa misma sensación.

La respuesta es clara: ¡No somos nosotros quienes elegimos vestirnos así! Con los años nuestra mentalidad cambia, los errores nos hacen aprender, y es de suponer que vamos madurando. Pero, como decíamos antes, el fenómeno se repite una y otra vez. No entendemos muy bien porqué, y terminamos por echar la culpa a las modas. Como exculpándonos de todo y, sin darnos cuenta, teniendo por un sólo momento un atisbo de cordura, dando respuesta a esa pregunta que nos hacíamos irremediablemente al ver aquellas fotos pasadas.

En efecto, la culpa no la tienes tú. O eso quieres creer… Porque alguien tuvo que dejar a esas modas que hicieran contigo lo que les apeteciese en aquel momento. ¿No crees? Y sí, es probable que los largos y pesados brazos de la pereza te atrapasen para sucumbir gustosamente a la comodidad que supone ser uno más. Porque no hay nada más reconfortante -y contagioso- que saber que no estás sólo, que perteneces a un grupo, y que sigues los preceptos de quien crees que sabe más que tú.

Lo que un día fue -la Moda- una sugerencia para captar ideas que poder dar forma a nuestro estilo, hoy se ha convertido en una fábrica de clonación sin sentido alguno. Dejando meridianamente clara la superficialidad de la que goza el vestir hoy día, al ser tan cambiante e impersonal que no merece la pena conservarlo.

Es probablemente ese aspecto en el fondo impersonal el que nos permite despojarnos por completo de la anterior tendencia para abrazarnos sin pudor y miedo hacia la siguiente. Sin embargo, si nos paramos a pensar, resulta tan sorprendente como si cada poco tiempo todos nuestros valores se alterasen hacia lo opuesto con la facilidad que cambias de camisa cada temporada.

¿A qué se debe esta pereza?

Vivimos en la generación de la inmediatez y la impaciencia, queriéndolo tener todo lo antes posible. Y el vestir no iba a ser menos. No nos apetece aprender o introducirnos en el verdadero arte de la vestimenta, y preferimos copiar deliberadamente las propuestas que la industria amablemente nos oferta -nótese el sarcasmo, por favor-.

Cuando he realizado asesorías de imagen la gente espera que le digas cómo debe vestir o qué debe comprar. No tienen tiempo o no quieren dedicárselo a aprender realmente cómo hacerlo y prefieren que alguien se lo diga. He aquí nuestra querida amiga pereza en acción. Y como todo lo que se hace con desidia no termina por salir bien, una vez más volvemos al mencionado fenómeno del álbum de fotos que se repite en bucle cada vez que queremos ser conscientes, por un instante, de lo mal que seguimos haciendo las cosas. Así que, párate y piensa si lo que haces cada día no termina llevándote en dirección a esa rueda infinita de la que siempre te quejas y en el fondo quieres salir.

Recuerda, la reflexión es la base del conocimiento.

¡Buen inicio de semana!

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