El verano, queramos o no, nos trae momentos de ocio y desahogo. Se aprovecha el buen tiempo, se sale a comer y se disfruta del paisaje que nos ofrecen determinados rincones de este y otros países.
Aunque debemos quedarnos con los pequeños detalles de cada día. Esos que nadie ve, escucha o siente.
Esa expresión de cansancio feliz y reconfortante que dibuja Tassel tras jugar en el parque, o esa calle por la que pasas cada día y no te paras a descubrir…
El tiempo que se detiene observando detenidamente un paisaje con el mar de fondo, ese queso que se deshace en tu boca liberando una explosión de sabores y recuerdos.
¿Disfrutamos lo suficiente? ¿Necesitamos algo más para sentirnos vivos?
Yo, no.