Nuestro personaje…

La moda como fenómeno de expresión social puede ser tan profunda como superficial. Tan banal y absurda y sin embargo tan representativa e identitaria como puede ser nuestro carácter o convicciones morales.

Para muchos es probable que este tipo de reflexiones no sólo les preocupe bien poco, sino que muy posiblemente llegue a incomodarles. (Puede que lo primero sea consecuencia directa de lo segundo). Y es que descubrir que en el fondo somos un personaje, en ocasiones caricaturizado, de lo que pretendemos ser, no a todo el mundo le sienta bien…

No habré sido yo quien haya dicho que en ocasiones el ser humano construye una identidad en base a su imagen externa y lo que el mundo y sí mismo esperan de él. Creamos en nuestra cabeza un modelo de lo que creemos que deberíamos ser en base a los roles que nos gustarían desempeñar y a partir de ahí elaboramos nuestro alter ego particular.

Todo suele partir de nuestra identidad profesional. El primer apellido adulto que asocianos a toda persona. Este es Fernando, abogado. Ella es María, actriz. Él es Javier, médico de familia… A este primer atributo ya le asignamos todos una imagen asociada en base al constructo social que hemos aprendido. Y presuponemos el aspecto que debe tener un médico de 42 años, una actriz de teatro de 33 años o un abogado de 52 años…

Lo siguiente a incluir, además de la profesión y la edad, es su estado sentimental/familiar dentro de la sociedad, históricamente asociado a la edad, pero cada vez más disociado de ello. No sabría decir si por suerte o desgracia. Pablo, padre de familia de 3 hijos no será igual en nuestra mente que Laura, separada sin hijos. En nuestro colectivo social tenemos una imagen mental construida para cada uno de ellos.

Ni que decir tiene que por supuesto nuestra oritentación sexual es una consideración imprescindible para definir nuestro estilo personal y comportamiento, por supuesto –sorry not sorry-.

Otro indicativo importante (oh, si!) de nuestra imagen es, obviamente, nuestra creencia política-económica. Jamás construiremos el mismo personaje en nuestra cabeza para Javier, el médico. Si es de derechas o si es socialista. ¡Jamás! Aunque cierto es que estas cuestiones más allá de extremos cada vez son más difusas…

Hasta ahora no nos son tan extrañas estas consideraciones, ¿verdad? Diría que hasta lo vemos como algo obvio. Y es que todos en algún momento hemos pensado de alguien todo esto. Pero… ¿Lo hemos pensado de nosotros mismos?

Es tal la influencia exterior en nosotros que inconscientemente vamos validando con nuestro personaje mental lo que es apto y lo que no para nosotros, en función de aquello que queremos mostrar al mundo. Porque sabemos que el mundo funciona así, que las cabezas funcionan de esta manera.

La música que escuchas, el deporte que practicas, el coche que tienes, la ciudad en la que vives, la religión que profesas… Todos y cada uno de estos aspectos aportan en nosotros un pequeño matiz identificativo propio y ajeno, que se ve reflejado en nuestro estilo de alguna forma.

Por ello si pensamos de nuevo en Javier, médico, casado con 3 hijos, cristiano, de derechas, que escucha música indie española y rock británico, y juega al tenis, es originario de Zamora pero vive en Madrid y conduce un Audi Q3… probablemente ya hayamos construido una imagen mental de él, totalmente distinta a la de María, actriz de teatro, soltera, sin hijos, tendente a la izquierda, que escucha música folk, hace senderismo, conduce un scooter y es nacida en Castellón pero vive en Barcelona.

Es curioso pero es muy probable que tu mente haya definido con bastante detalle a cada uno de ellos. Tenemos tan naturalizado el etiquetado, clasificación y orden de personas en nuestra cabeza que no concebimos funcionar de otra forma. Probablemente lo hagamos porque nos ayuda a manejar la información, a tratar de leer a las personas, quizás como mecanismo de socialización y puede también de defensa ante lo que nos es desconocido.

Pero lo realmente relevante aquí no es que lo hagamos con la gente, es que lo hacemos -conscientes o no- con nosotros mismos. Nos autoclasificamos, encasillamos y disfrazamos de la persona que pretendemos ser.

Yendo bastante más allá de la moda, diría que es tal el personaje que a veces construimos en nuestra cabeza influenciado por lo que se supone que queremos ser -y que vean que somos- que se nos olvida descubrir qué queremos ser de verdad… A la velocidad con la que transcurre la vida pararnos a pensar si aquello que quisimos con 20 años sigue estando vigente para nosotros, es todo un reto titánico. Girar y reinterpretarnos en nuestro papel no es una tarea sencilla. Ese papel de vida, a veces como protagonista principal, otras de actor secundario y en muchas ocasiones paralizado por el miedo escénico de no estar a la altura de la función, comparándonos con el resto de actores y sobre todo delante esos espectadores -también actores de esta función- que nos observan detenidamente esperando de ellos una gran ovación o el tremendo abucheo.

Así que, mucha mierda…

Gracias por haber leído hasta aquí. Recuerda que cualquier comentario, reflexión o feedback es siempre bienvenido y puedes hacerlo más abajo.

Un saludo

2 comentarios en “Nuestro personaje…”

  1. Todos sin excepción tenemos temores y deseos, alegrías y frustraciones. Es parte de nuestro camino por la vida en la que la experimentación es clave para discernir quiénes somos y qué queremos interactuando con los otros actores que buscan lo mismo.

    1. Hola.
      Sí, al final todo nos identifica, nuestras fortalezas y temores, nuestras obsesiones y convicciones. Pero me da la sensación de que a veces muchos, durante un tiempo buscamos ser lo que se supone que se esperaba (y esperábamos) de nosotros. A veces no nos paramos a descubrir qué es lo que queríamos realmente, que no tiene nada que ver con lo que esperábamos…

      Quizás yo estoy en un momento vital (una vez más) de replanteamiento y esto me hace ser consciente de este fenómeno…

      Un saludo
      Salva

Deja un comentario

Scroll al inicio

Descubre más desde SinAbrochar

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo