En la región isleña de Córcega tan próxima a Italia aunque de dominio francés, nace Marchi Cucine, una compañía italiana dedicada al diseño de interior especializado en cocinas con una puesta en escena impresionante. Una vez más los italianos toman la delantera en lo que a diseño se refiere.
Como habréis podido comprobar, no vamos a hablar de sastrería, moda o complementos. Ni siquiera sobre coches o motos. Vamos a hablar de diseño de interior, como ya hiciéramos hace casi un año cuando os hablé de ese increíble apartamento de Tribeca, Nueva York.
Y es que el buen gusto -o carencia del mismo- puede estar desde en un simple lápiz hasta en la creación más inmensa.
He hecho mención de la frase que trata regir gran parte de mi vida en multitud de ocasiones, y hoy, una vez más me apoyo en ella para que entendáis dónde se esconde la belleza de lo que os muestro:
«Lo perfecto es enemigo de lo bueno«
Personalmente creo sinceramente en el encanto de lo inesperadamente imperfecto como instrumento para llegar a lo práctico y usable, sin perder por ello un ápice de estilo. E incluso en la propia imperfección como signo inequívoco de tradición y artesanía.
Igual de impresionante me parece un pespunte de solapa irregular y sobretensado, que una encimera de hormigón pulido en molde. Ambos denotan un arte, una manualidad o labor hecha a conciencia, demostrando la imperfección palpable del hombre.
De nada sirve el diseño sin funcionalidad, o al menos ésta lo hace más útil que para simplemente observarlo, que no es poco.
En estos muebles, materiales y electrodomésticos vemos la mano del hombre. Comprobamos, sin estar presentes, la utilidad clara de cada uno de los elementos, la sencillez sofisticada y la elección cuidada de tonalidades.
Cual traje a medida de Sciamat, vemos la genial mezcolanza de detalles supérfluos y de apariencia inacabada, con superficies perfectamente rematadas de elementos sencillos.
Nostalgia en los tonos, texturas en los materiales, y asombrosa e imperante armonía en el conjunto.
El regusto industrial reina en cada vistazo que damos, contrastando con las sensación a medio hacer de los paramentos verticales y la pulcritud de la solería.
Cajones con forma de archivadores de oficina, encimeras con aspecto más propio del elevador de un taller de motos, y muebles de aspecto rústico. Y sin embargo, todo casa y concuerda y estéticamente hay poco que reprocharle. ¿No es así?
Impresionante la nevera con forma de alacena antigua revestida de aluminio remachado cepillado cual revestimiento de avión de la Segunda Guerra Mundial. Sin duda, detalles que bien merecen una gran enhorabuena a su diseñador.
Ahora bien, ¿qué cuesta hacer las cosas de manera diferente, sopesadas y con gusto? Posiblemente la diferencia radica más bien en la actitud y ganas que en la capacidad económica de cada uno.