Un Domingo en Ecuador.

En torno al icónico sombrero Panamá se cuentan muchos datos, leyendas y rumores no siempre acertados, y como muchos productos artesanos hoy día ha sufrido una especulación y distribución un tanto cuestionable. Cuenta la historia, no confirmada, que debe su nombre más conocido a la visita del presidente estadounidense Roosevelt allá por 1906 a las obras del Canal de Panamá, que al ser retratado por periodistas portando un sombrero Pamaná al igual que los obreros que trabajaban de sol a sol en la impresionante obra, se popularizó de una manera exponencial.

A raíz de aquello, ese sombrero fresco, ligero y fácilmente combinable comienza a propagarse por todo el mundo llegando a los rincones más insospechados. Pero esa creciente exportación no fue promovida como cabría esperar por esos aldeanos que generación tras generación habían aprendido y realizaban a mano estos sombreros, no como un mero trabajo sino como toda una forma de vida. Sino que tras este fenómeno de expansión estaban los gringos -como así les conocen de manera autóctona-.

Es triste descubrir que un artesano se lleva un puñado de -pocos- dólares por realizar durante días -o incluso meses- un sombrero mientras que cadenas de intermediaros, exportadores, tiendas, etc se llevan la gran parte del valor económico que terminan alcanzando algunos de estos ejemplares en el mercado. Aunque también es cierto que, sobre todo antaño, sin la labor de toda esta tropa es probable que muchos no tuviésemos si quiera conocimiento de este magnífico producto.

El pasado Domingo tuve el placer de asistir invitado a un jornada muy especial promovida por Sombrerería Yoqs, en la que consiguieron traernos un trozo de Ecuador, en concreto Pile, uno de los pueblos donde se tejen los sombreros de paja toquilla más finos del mundo.

Tuvimos la suerte de conocer a Domingo Carranza y al mecenas que está consiguiendo que este artesano con más de media vida de experiencia, pueda dar a conocer directamente el producto que a mano y con dedicación, producen él y su familia, sin intermediarios y garantizando la máxima calidad.

Pudimos conocer sobre las diferentes finuras de paja, las anécdotas que durante años acumula el sector, las complicaciones socio-políticas del negocio, el éxito y demanda que tiene en países como EEUU, y en definitiva, pudimos disfrutar de una tarde amena y muy interesante en torno al mundo del sombrero.

Desde aquí agradecer a Francisco, padre e hijo, dueños de Sombrerería Yoqs, por organizar tan interesante evento. Para mi el sombrero Panamá es un total imprescindible en Verano, y personalmente cuento con tres de diferentes calidades y modelos, cada cual específico para su momento concreto. Si no tienes uno, no sé a qué esperas…

 

 

4 Comments

  • Elías dice:

    Es una pena el dinero que no llega a los artesanos, en eso no puedo estar más de acuerdo. Pero cuando buscas con la intención de adquirir un buen producto, directamente de los artesanos, los precios se elevan mucho más. Ya no es tanto un puñado de dólares lo que llega a ellos, sino bastante más. El dilema se transforma entonces en si adquirirlo con un precio más asequible, a un fabricante de peor calidad, con las connotaciones negativas a discutir, o directamente, no comprarlo.

    Me quedo con una idea que leí hace unos años. Cuando se compra un producto low-cost, hay dos pobrezas. La del obrero que fabrica, y el que lo compra.

    • El problema es que el artesano no tiene la infraestructura para atender al cliente final porque no la ha desarrollado nunca, y cuando pretende hacerlo se da cuenta que tiene que tirar de dinero y por lo tanto repercutirlo en el coste.

      Ojo, yo no critico con mi artículo, que haya distribuidores, tiendas, etc. Faltaría más, sólo que el trato quizás debería ser más justo y el reparto más equitativo.

      Esa idea que comentas del Low-cost estoy my de acuerdo con ella.

      Saludos
      Salva

  • FERNANDO NAFRÍA ASCOLIZAGA dice:

    Efectivamente: si alguien no tiene uno, ¡no sé a qué espera!

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