Evolucionando en fotografía.

Con 18 años y mi primer sueldo decidí comprar una cámara digital Fujifilm. Comenzaba a hacer fotos con el simple objetivo de acumular momentos en un disco duro. Años más tarde, en 2010, decido crear este Blog y al poco tiempo siento la necesidad de aportar mi propia visión del mundo de la moda, no sólo a través de escritos sino también a través de imágenes. Al principio todo es muy rudimentario, y pasan los años tratando de mejorar la composición, la calidad, el color, el contexto y un largo etcétera.

No recuerdo exactamente el momento en el que decido comprar mi primera réflex, una Nikon D1200 con el objetivo de kit 18-55 mm. Por aquel entonces seguía disparando en automático pensando que una cámara mejor haría el trabajo por mí. Y no tardé en hacerme con el siguiente modelo superior, la Nikon D3200. Ya empecé a coquetear con los modos semiautomáticos y como al final terminaba haciéndome yo mismo las fotos sentí la necesidad de la pantalla abatible de la Nikon D5300. Un modelo, que aún teniendo también un sensor APS-C comenzaba a darme alguna alegría más. Sobre todo cuando, aconsejado por un fotógrafo, decidí hacerme con un objetivo fijo de 35mm f1.8 de Nikon que me abrió a un mundo de desenfoques, luminosidad y calidad que nada tenía que ver con lo manejado hasta ahora. Seducido por la magia de una focal fija decidí invertir un poco más y adquirir un Sigma ART 35mm f1.4. Sin duda alguna de los mejores objetivos que he tenido hasta el momento.

Mi fotografía avanzó mucho, sobre todo a nivel de toma. Empecé a jugar más en serio con el modo manual, haciéndome aficionado de las grandes aperturas, la corta profundidad de campo y mostrándoseme ante mí un sinfín de posibilidades de composición.

Con el tiempo decidí pasarme al mundo Full-Frame y lo hice con una de las primeras mirrorless de gama alta del mercado, la Sony A7II. Una cámara con unas prestaciones muy por encima de su tamaño y que me ha ayudado a mejorar mucho en los últimos años. Años de muchos tutoriales en Youtube, de búsqueda de inspiración. Muchas horas de trasteo de programas, de enfrentarme a situaciones desfavorables y de ediciones interminables (y abominables).

¿Por qué os cuento todo esto?

Sois muchos los que me habéis preguntado en estos últimos meses sobre mi forma de editar, el equipo que uso y cómo he conseguido mejorar tanto en mi fotografía en los últimos meses. Y me parecía interesante contaros mi experiencia y aprendizaje en este mundo. No sin antes dejar claro que para nada me considero un profesional de esto y creo que aún me queda mucho por aprender.

Tras analizarlo, he llegado a la conclusión de que para mí la fotografía se basa en tres pilares fundamentales:

  1. El Equipo
  2. La Toma
  3. El Revelado

A continuación desgranaré los que considero que son los aspectos más importantes de cada uno de estos tres apartados. Pero, como podéis imaginar, la suma de estas tres variables será la que de como resultado una foto que merezca realmente la pena.

EL EQUIPO

El hecho de todos tengamos en la mano un dispositivo móvil que cuenta con una cámara ha hecho que mucho banalicen por completo el ritual que supone realizar una foto de calidad. Por muchos cientos de euros que cueste nuestro smartphone jamás llegará a tener la capacidad de una máquina que ha sido específicamente diseñada para hacer fotos. (Y os lo dice quien maldice cada día la cámara del iPhone 11 Pro cada vez que va a tomar una foto).

Aunque podríamos llegar a pensar que a mejor equipo mayor probabilidad de hacer buenas fotos, ya os digo que esto no será siempre así. Sin embargo, si es cierto que probablemente con un equipo mediocre tendrá que salir a relucir nuestro talento para compensar la balanza. No obstante, hay interesantes ejemplos como el de mi amiga Patt Serra, que con una réflex Canon de primera gama y objetivos de serie consigue fotos impresionantes como podéis ver en su Instagram.

Si de verdad queremos invertir en esto, para mí lo ideal es poder contar con una cámara con sensor Full-Frame (formato completo) y de objetivos intercambiables, aunque ello suponga hacernos con una unidad de segunda mano.

Mi consejo es que os olvidéis por completo de gastar dinero en un objetivo de kit (los que vienen de serie con la cámara). ¿Por qué? Son objetivos pensados para ser polivalentes pero al final no son buenos prácticamente en nada. El más común suele ser el 18-55 mm f3.5-5-6. Con un rango de focal muy interesante, pero como os digo con muy poca apertura y por tanto luminosidad.

El siguiente paso a olvidar este tipo de objetivos es pensar en focales fijas, es decir, aquella que no tiene zoom. ¿Por qué? Os lo explica a continuación:

  • Un objetivo de focal fija tendrá por lo general mejor calidad óptica.
  • Tendrá mayores aperturas (f1.8, f1.4, f2.8…)
  • Será más luminoso.
  • Y nos obligará a movernos para componer la escena, siendo más creativos.
¿Cuáles son los objetivos de focal fija recomendables?
  • 35 mm
  • 50 mm
  • 85 mm

Depende mucho de lo que queramos fotografiar, ya que si nuestra idea será movernos más en interiores lo ideal es irnos a un angular como el 35 mm, pero si tenemos pensado hacer más tomas fuera podemos optar por un 50 mm. El caso del 85 mm sería, desde mi punto de vista, para casos muy concretos y siempre que antes tengamos ya un 35 y 50 mm en nuestra mochila.

Como decíamos antes, una focal fija suele tener mayor apertura y luminosidad. Y eso viene dado por el número f. En estos casos suele estar entorno al f1.4, f1.8, f2.0 ó f2.8. Pero ¿En qué se traduce esto? Además de contar con un mayor control de la luz natural que entra en el objetivo, una apertura grande nos dará también una menor profundidad de campo, que nos permitirá jugar con mayores desenfoques como aspecto artístico y de composición, como veremos más adelante.

En mi caso, actualmente, mi equipo consta de, además del cuerpo de la Sony A7 II, con un Samyang 35 mm f2.8, un Sony 50 mm f1.8, un Sony 85 mm f1.8 y finalmente un Konica 40mm f1.8. Y generalmente, como os decía, el 35 mm lo uso sobre todo para interiores, el 50 mm para retratos, exteriores o interiores más amplios o tomas más localizadas, el 85 mm sinceramente lo uso muy poco y para retratos muy concretos y siempre en exterior. Y el 40mm es de enfoque manual y fue un capricho reciente que uso de vez en cuando.

Si tuviera que recomendar una primera lente, sin duda sería un 35 mm, porque es mucho más polivalente y suelen tener menor tamaño lo que hace que nuestra cámara sea también más portable, algo que se agradece si lo que queremos es llevarla siempre encima.

LA TOMA

Si algo he aprendido, a base de errores constantes, es que en fotografía es más importante saber cuando NO hacer una foto, antes que saber cuándo hacerla.

¿Qué quiere decir esto?

Hay determinadas situaciones que deberíamos tener en cuenta como condicionantes hasta que no adquiramos cierto nivel si no queremos conseguir frustrarnos una y otra vez realizando fotos:

  • Evitar hacer fotos a plena luz del día a las horas centrales. Cuando el sol está alto, las sombras son duras y demasiado cenitales.
  • En la medida de lo posible, en interiores, usar toda la luz natura que podamos.
  • Evitar fuentes de luz directa dentro del encuadre (lámparas, bombillas, ventajas…)
  • Evitar zonas de sombra excesiva
  • Evitar zonas demasiado claras.
  • Evitar mezclar zonas de sombra y claras en una misma toma.

En cuanto a la toma se refiere, hay tres factores que entran en juego:

  • Encuadre
  • Enfoque
  • Exposición

EL ENCUADRE:

No es más que la composición de elementos dentro de una foto. Y lo primero que tenemos que tener claro es cuál será nuestro protagonista. Una persona, el puño de una camisa, una pared de ladrillos, o el estucado del balcón de un edificio. Pero, como ocurre con los looks, lo mejor es buscar un único protagonista. Y posteriormente ver de qué manera queremos destacarlo.

Lo segundo es saber para qué queremos la foto. El encuadre no será el mismo si lo que queremos es visualizarla en un móvil (Instagram, Facebook, etc…) para publicar un artículo en un Blog o una revista. Puede que necesitemos una orientación vertical u horizontal, según cada caso. Por ejemplo, en mi caso estoy tirando últimamente muchas fotos y vídeos en formato vertical 9:16 porque las quiero para IG Stories o para el feed. Y la foto cambia por completo. Y no, no será lo mismo recortarla o ampliarla luego, en absoluto. En la fase de revelado/edición podremos hacer algún ajuste o corrección, pero será en la mayoría de los casos muy acotado.

Para mejorar en vuestras tomas, ya sea a nivel de encuadre como de ajuste de parámetros os recomiendo los dos libros siguientes que me han ayudado mucho. Además es interesante en este caso inspirarnos en fotógrafos conocidos o que nos gusten e intentar analizar cada una de sus fotos al detalle. Al final de este artículo os dejaré una lista y analizaremos brevemente algunas fotos.

A continuación nos tocaría hablar del Enfoque y la Exposición, ambos factores muy relacionados con los parámetros escogidos en nuestra cámara, así como con la disposición de los elementos en la escena. Veamos tres imágenes tomadas en distintos sitios.

¿Qué tienen las tres en común?

Las tres imágenes cuentan con una parte enfocada y otra desenfocada dentro de la escena, de diferente forma en cada una, y en todas ellas se consigue con esto centrar la atención del observador en el elemento que nos interesa. Esto es lo que se conoce técnicamente como profundidad de campo. Un recurso técnico que personalmente uso mucho en la mayoría de mis fotos. Para que nos entendamos, sería la franja que queda enfocada si trazásemos una línea que fuese desde el objetivo de nuestra cámara hasta el infinito.

Esa franja será mayor o menor en función de varios parámetros, pero está muy ligada a la apertura (f)que marquemos en nuestro objetivo para cada fotografía.

De ahí la importancia de tirar siempre todas nuestras fotos en modo Manual de nuestra cámara, con idea de poder controlar todos los parámetros. Y aunque al principio nos resulte quizás complicado, con la práctica se vuelve todo mucho más intuitivo.

A continuación os mostraré lo que se conoce como Triángulo de Exposición. Podríamos decir que la “Exposición” es la cantidad y forma de luz que es capaz de captar el sensor de nuestra cámara, tanto por él mismo como a través del objetivo. Y son tres los parámetros de los que depende (además de lógicamente la luz natural o artificial de la escena), y son: Velocidad, Apertura e ISO.

En función de las condiciones de luz resultantes, una foto puede quedar:

  • Subexpuesta: Poca luz
  • Correctamente expuesta: Luz correcta
  • Sobrexpuesta: Exceso de luz

Veamos qué es cada uno:

  • Velocidad: Es la rapidez con la que se cierra el obturador de nuestra cámara. A mayor o menor temperatura congelará o no nuestra escena, pero también entrará más o menos luz. Una velocidad rápida congelará un objeto animado o su entorno alrededor (también evitará que se nos desenfoque la foto), pero como contrapartida dejará pasar menos luz. Una velocidad lenta mostrará el movimiento de las cosas pero dejará pasar mucha más luz. Yo suelo tirar mis fotos a luz natural y con buenas condiciones a 1/125. Si hay mucha luz subo esta velocidad para controlarla.
  • Apertura: Es la capacidad de abrir el diafragma del objetivo. Dependerá de las especificaciones técnicas de cada modelo. Entre f1.4 y f2.8 se consideran objetivos luminosos. Un objetivo con una apertura máxima de f3.5 en adelante se consideraría menos luminoso. Pero este factor no sólo interfiere en la cantidad de luz que es capaz de dejar entrar en el sensor, sino también es el valor que más directamente relacionado está con la profundidad de campo. Por lo que si buscamos jugar con grandes desenfoques que centren la atención en nuestro objeto protagonista deberemos adquirir objetivos con grandes aperturas.
  • ISO: Este valor depende mucho de la calidad del sensor de cada cámara, y representa la sensibilidad que es capaz de soportar. Es como una forma adicional que tenemos de captar más luz en el caso de que nos haga falta. Generalmente es determinante en aquellas circunstancias en las que no tengamos luz suficiente. En caso contrario este valor debería ser el menor posible, normalmente ISO 100. Ya que cuanto mayor es el valor, mayor luz tendremos pero también mayor “ruido”, es decir imperfección en nuestra foto.

No pretendo que esto se convierta en una aburrida clase teórica sobre fotografía. Así que vamos con la práctica y os contaré cuál es mi proceso a la hora de enfrentarme a una nueva fotografía:

  1. Lo primero que suelo hacer es fijar la apertura (f). Suelo moverme en valores entre f1.8 y f.2.8. Es muy raro que suba más allá de eso en mi tipo de foto. Esto ya me dará, primero, una gran luminosidad, pero también un buen desenfoque como comentábamos antes. ¡Ojo! A veces f1.8 o f2.o puede ser una profundidad de campo (franja de enfoque) muy corta y si se trata de un objeto con cierta profundidad, como por ejemplo una persona ligeramente ladeada. Puede llegar a sucedernos que un ojo esté enfocado pero otro no. Esto lo evitaremos subiendo un poco la apertura por encima de f2.0.
  2. En mi caso es raro que la velocidad difiera de 1/125. Porque me garantizo luz suficiente, pero evito el riesgo de que me salga la foto movida. Sólo en el caso de que haya mucha luz, compenso para oscurecer la escena subiendo este valor lo que haga falta. Y si necesito un poco más de luz bajo a 1/90 pero entonces tengo especial precaución al coger la cámara para que no se mueva y que la escena sea estática.
  3. Inicialmente parto de ISO 100. Y sólo en el caso de que bajando la velocidad y subiendo la apertura no haya conseguido la luz que necesito, es cuando me planteo subir la ISO. Pero ¡cuidado! Porque la capacidad de subir este valor sin que afecte demasiado a la foto dependerá de la cámara. Mi Sony A7II destaca por poder subir a ISO 6000 sin a penas esfuerzo, pero hay cámaras que resulta complicado hacer una foto más allá de ISO 4000 sin que haya gran cantidad de ruido.
  4. Finalmente termino de hacer la composición y enfoque.

¡Consejo importante!

No lo he dicho antes, pero me parece imprescindible que disparemos nuestra cámara en formato RAW. ¿Por qué? Por dos razones principales: Primero, es el que nos permitirá la mayor calidad que puede dar nuestro sensor. Y segundo porque es el formato que nos permitirá revelar/editar nuestra foto de manera no destructiva y con capacidades mucho mayores.

Disparar fotos en JPEG realmente es dejar que nuestra cámara interprete por nosotros cómo son los colores, iluminación, etc. Y querer alterar esto luego sólo conseguirá que nuestra foto vaya perdiendo calidad. De esta manera, disparar en RAW es sólo el 50% del proceso, y en el proceso de revelado definiremos cómo queremos interpretar todos los datos almacenados.

EL REVELADO

Como os decía antes, con el tiempo he aprendido que el 50% de una foto es la toma, pero el 50% restante depende del revelado. Y sí, hablemos con propiedad, porque en realidad se trata del proceso de revelado, y no edición.

Durante mucho tiempo estuve revelando mis fotografías RAW en la extensión de Photoshop llamada Camera Raw. Y lo cierto es que está muy bien, sin embargo, Lightroom es un programa mucho más completo para gestionar nuestras fotografías. Sobre todo si queremos crear un estilo, ya que revelamos todas las fotos en la misma pantalla y flujo de trabajo y esto hace que sea mucho más fácil definir y mantener una estética propia. Podemos crear nuestros propios presets que iremos adaptando para conseguir esa imagen personal.

Reconozco que Lightroom es un programa complejo y muy denso, pero podemos encontrar en la red cientos de tutoriales explicando todo tipo de procesos. No obstante, lo más complejo de esta aplicación realmente es entender cómo administrar, importar y exportar las fotos.

A continuación os contaré cómo revelo yo en Lightroom habitualmente para que mis imágenes tenga esos negros ligeramente lavados a pesar de encontrarnos con imágenes con un contraste algo y además tonalidades cálidas pero ligeramente desaturadas, evitando tonos conflictivos.

Ya adelanto que, aunque algunos ajustes sean comunes y similares, e incluso podamos crear un Ajuste Preestablecido, cada imagen habrá siempre que terminar de ajustar. Nada es automático.

CURVAS: Aprender a usar las curvas de tonos puede resultar complicado al principio, pero a base de analizar los resultados trasteando vas entendiendo el efecto que supone cada una de ellas. Para ello os he dejado una gráfica donde podéis ver a qué afecta cada zona de la gráfica (Negros, Sombras, Medios Tonos, Luces y Blancos). Este es el apartado que suelo tocar antes y la mayoría de mis curvas suelen tener esa forma que podéis ver a continuación de media parábola abierta. Con ciertos puntos que os marco como importantes.

OTROS AJUSTES: Suelo aumentar “Borrar neblina” porque da un plus de contraste interesante, aumentando también un poco “Calidad” consigo un poco más de textura. Y por último bajo un poco la “Intensidad” que no es más que quitar algo de saturación a los tonos predominantes.

CORRECCIÓN DE LENTES: A veces por defecto se activan estas opciones, pero yo siempre las desactivo, porque me gusta que ciertos “defectos” del objetivo formen parte de la fotografía sin problemas, como cierto viñeteado que aparece si tiramos a aperturas grandes.

AJUSTE DE TONOS: Si os fijáis toco casi todos los tonos, consiguiendo que las fotografías transmitan las tonalidades que a mí me gustan, que normalmente suelen ser más cálidas y algo desaturadas. Huyendo de los verdes y azules, y ligeramente de los amarillos. Con esto consigo que los colores se muevan todos en una gama, y no haya disparidad de tonalidades que no ayuden a conseguir un estilo propio. Por ejemplo: si aparece en una foto un cielo azul y mis últimas imágenes no tienen estos tonos, prefiero desaturar el azul para que no tome demasiado protagonismo.

ENFOQUE: Siempre había dado algo más de enfoque, pero hace poco descubrí que esa es una de las configuraciones recomendables para imágenes subidas a Instagram. Y tras probarla he de decir que me gusta, y por ello la comparto con vosotros.

CALIBRACIÓN DE TONOS: Si antes ajustábamos color a color, con estos ajustes terminamos de hacer un ajuste global de tonalidad, en base a los primarios. Yo casi siempre uso exactamente esa combinación que veis a continuación.

Esto son algunos de los parámetros que suelo ajustar en mis fotos. Y normalmente lo que hago en una sesión de fotos es revelar una foto y luego ir copiando y pegando ajustes y terminando de retocar detalles. Advertiros que a veces realizo más ajustes locales como la inclusión de filtros radiales, pinceles, etc…

Como comentaba antes, lo ideal es que analicemos esas fotos que nos gustan y al principio tratemos de imitarlas para ver cómo se consiguen. Y una vez que vayamos dominando esto, ir haciendo nuestros ajustes personales y consiguiendo así un estilo personal.

Por cierto, otra cosa que he aprendido es que si queremos conseguir una homogeneidad de estilo en nuestras fotos tenemos que tratar de mantener contextos similares, o sino en edición tratar de hacerlos similares. Es decir, no podemos pretender que una imagen en Paris a las 9:00 de la noche con luces de la Torre Eiffel de fondo case en tonalidades con nuestra última foto en una playa de Portugal. Máxime si en una llevábamos un bañador rojo y camiseta verde y en otra un conjunto mucho más discreto. Por ello el recurso de desaturar y anular tonalidades, ya que nos ayuda a homogeneizar.

INSPIRACIÓN Y ANÁLISIS

A la hora de analizar una foto me gusta fijarme en tres cosas: Exposición, Color y Composición. A veces de una foto puedes aprender de su color, otras de la disposición de sus elementos y los recursos aplicados, y por último tratar de intuir un tipo de edición (para esto hay que tener el ojo algo más entrenado). El moodboard fotográfico que podéis ver sobre estas líneas lo monté hace algún tiempo para intentar analizar las tonalidades de algunas de las imágenes que más me gustaba. Y hace algún tiempo descubrí que existen aplicaciones (Real Colors para iOS) que analizan una foto y extraen los colores principales, dándote una idea de la predominancia en cada foto. Esa puede ser una buena herramienta para completar ese análisis y reflexionar sobre ello.

A continuación os dejo algunos ejemplos de composición en el que se han usado ciertos recursos, y os incluyo una pequeña anotación en cada caso.

Para dominar la fotografía hay que practicar mucho para conocer bien el objetivo que buscamos, para saber sacar el máximo partido a nuestra cámara. Pero olvidemos que la fotografía es un arte y no todos los días se está motivado para ello, ni nos tiene porqué acompañar las mejores condiciones. Solo insistiendo y dedicándole horas se conseguirá avanzar en esto. Yo siento que tengo mucho que aprender, pero cierto es que a día de hoy soy consciente de lo que quiero conseguir  y este es un paso que en mi caso me ha costado varios años terminar de dar.

Os dejo una lista de algunas cuentas de Instagram que quizás os sirvan de inspiración. Por cierto, no sólo enfocadas a moda masculina, sino a otras temáticas también:

Espero que os hayan servido de ayuda estas impresiones, y si tenéis cualquier duda, sugerencia o recomendación, no dudéis en dejarlo abajo en los comentarios.

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