Cambio de obsesión

En física, la inercia es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento relativos. En consecuencia, un cuerpo conserva su estado si no hay una fuerza, que actuando sobre él, logre cambiarlo.

Inercia, aquello de lo que hoy muchos disfrutamos o incluso buscamos con ansia. La mayoría nos pasamos la vida deseando ponerla en piloto automático y, en el empeño de tener una feliz existencia, buscamos todo aquello que propicie ese estado que curiosamente la lengua española podría llegar a definir –incluyendo una acepción más en el diccionario– con el adjetivo de inerte.

Reconozco que plantear lo que trataremos hoy ha supuesto mayor dificultad de la que esperaba. En esta ocasión tenía tantas ideas acumuladas en la cabeza y eran tantas las formas posibles de enfoque que no sabía por cual decantarme, quizás por miedo a dejar algo importante en el tintero.

Pero por algún sitio había que empezar, y he de admitir que necesitaba hacer este ejercicio de introspección para ser finalmente consciente de lo ocurrido. A continuación trataré de contaros cómo sucedió todo de manera más o menos cronológica.

Muchos habéis notado que en los últimos meses no sólo he cambiado físicamente, sino también de actitud. Podríamos echarle la culpa a la pandemia mundial, pero lo cierto es que en mi cabeza llevaba tiempo gestándose cierta incomodidad e inconformismo con el rumbo que estaba tomando mi vida, y hay quien dice que toda evolución viene precedida de momentos de crisis.

De lo que sí tuvo culpa este extraño período pandémico, en el que nuestros ritmos y prioridades se vieron bruscamente alterados, fue de hacer retumbar en mi cabeza aquella pregunta que llevaba ya tiempo formulándome: ¿Qué hago en Madrid?

La respuesta puede parecer obvia, si estaba en Madrid era porque quería. Pero llevaba ya más de tres años por la ciudad y me sentía tan ahogado anímicamente que el aparente éxito profesional no servía ya como consuelo. Todo lo contrario. Comenzaba a refugiarme una vez más -y demasiado- en el trabajo, quizás por ser la única parte de mi vida que, a pesar de altibajos, siempre había sentido en ascenso.

Tras varias semanas sufriendo el incesante martilleo de aquella pregunta, sin encontrar una respuesta que no fuera huir, apareció la solución.

LECCIÓN 1: En la vida, lo único constante es el cambio.

Una parte de mí quería seguir en Madrid, continuando con la oportunidad de desarrollarme profesionalmente, pero otra deseaba con todas sus fuerzas abandonarse a una vida más sencilla cerca de la familia y amigos, y centrarme en un desarrollo más personal. Ambas opciones pugnaban en mi cabeza por ser finalmente elegidas, pero como buen inconformista y ambicioso, decidí escoger el camino más complicado, el del medio.

Me di cuenta que si quería quedarme en Madrid necesitaba una razón más allá de lo profesional. Y entonces entendí que la mejor razón que podía tener era YO mismo. Y por tanto decidí que a partir de ahora iba a ser mi prioridad, la mejor razón para existir y ser feliz. Y el primer paso era cuidarme, mejorar mental y físicamente.

En aquella época -hace 7-8 meses- sufría recurrentes dolores de cuello y espalda, fruto del estrés y falta de descanso. Pasaba demasiadas horas delante de una pantalla, cuando no era con The Seëlk era con la nueva revista, grabando vídeos, temas de sastrerías y demás… ¡No paraba! Cuando no era el portátil, era el iPad y cuando no el móvil.

Mi estilo de vida, en el que el centro de todo y lo único valioso era el trabajo, estaba consiguiendo convertirme en una persona cada vez más ermitaña, irascible y rara. Mi carácter era cada vez más amargo, y mi ánimo más beligerante y zafio.

Me encontraba cada vez más frágil psicológica y físicamente. Sumido en una espiral que me mantenía entretenido y con la sensación de al menos ser útil para algo. Pero las semanas pasaban, los meses trascurrían y los años volaban casi sin darme cuenta.

CASUALIDADES OPORTUNAS

Un buen día convencido de que había que pasar a la acción, poco después de terminar el confinamiento, me apunté a un gimnasio cerca de casa. No sin dejar de recordar que no era la primera vez que lo hacía y que era muy probable que no tardara en dejar de ir con cualquier excusa o falta de tiempo. Además la cosa no pintaba cómoda al tener que ir al gimnasio con mascarilla, miedo y todavía demasiadas restricciones horarias.

Tenía todas las papeletas para durar poco, pero tenía que volver a intentarlo.

LECCIÓN 2: No esperes resultados distintos haciendo siempre lo mismo.

Aquella primera semana que empezaba a ir al gimnasio -como siempre por mi cuenta- un seguidor de Instagram (gracias Jose Luis) me habló muy bien de su experiencia con Gonzalo Tejedor (@tejefit en Instagram) de tjworkouts.com, un entrenador personal con el que llevaba varios meses y estaba muy contento del cambio y su evolución.

Mis reticencias iniciales fueron evidentes, pues por mi carácter autodidacta y autónomo soy más de tratar de hacerlo todo yo sólo. Pero cierto era que en el último año, en lo profesional, estaba descubriendo la importancia de rodearse de gente que te complementase y ayudase a cumplir tus retos.

LECCIÓN 3: Un equipo consigue mucho más que un individuo.

Así que lo tenía decidido, iba a hablar con @tejefit y ver cómo podía ayudarme a cumplir mi objetivo, pero… ¿Cuál era mi objetivo?

¡Buena pregunta!

Había empezado todo aquello y no tenía un objetivo claro fijado. Sonaban las ideas de perder peso, ponerme en forma, la salud… pero vagamente definidas y mucho menos estructuradas.

Hablé con Gonzalo, y en ese mismo instante fui consciente de que probablemente decenas de personas le irían con la misma cantina y con más intención que compromiso. Pero yo nunca he querido ser uno más.

JUSTO LO QUE FALTABA.

El hecho de haber cerrado con @tejefit un plan de entrenamiento y dieta ya fue una clara inyección de motivación. Ya no estaría solo ante este reto, alguien resolvería mis dudas y me acompañaría en el camino, aunque fuera de manera virtual y telefónica.

Pero ocurrió algo que lo terminó de cambiar todo.

Buscando motivación, comenzaba a leer el libro de Rubén García (@rvbengarcia en Instagram) titulado “El gym y el ñam” en el que hablaba de su experiencia de juventud cuando todo comenzó como un reto personal para mejorar su físico por su afán competitivo…

En esos días, contento y motivado en un grupo de whatsapp de amigos solté la noticia de que comenzaba a cuidarme, que había contratado un entrenador personal y que para el verano iba a estar estupendo… La respuesta un tanto déspota de uno de mis amigos, además de conseguir enfadarme, me dió la excusa perfecta para retarme no sólo ya conmigo mismo, sino también con todos. Necesitaba competencia, un reto.

[Soy de los que piensa que la competencia siempre es positiva porque te lleva al límite y hace que te marques objetivos con una línea de partida.]

LECCIÓN 4: La importancia de tener retos.

Ya tenía claro no sólo que quería perder peso, sino que quería conseguir la mejor versión de mí mismo mental y físicamente.

TODA DECISIÓN CONLLEVA SIEMPRE UNA RENUNCIA.

Recordemos que me había decantado por el complicado camino del medio, que era seguir en Madrid y tomar mi salud y bienestar como prioridad. Pero ello requería tiempo. Y en una ajetreada vida como la que llevaba, necesitaba quitárselo a algo, y por aquel entonces prácticamente lo único que hacía era trabajar.

Estaba decidido a hacer lo que fuera necesario para dedicarme tiempo. Así que empecé a tratar de organizar mis horarios para sacar al menos 1 h y 1/2 por la mañana y otra 1 h y 1/2 por la tarde cada día. Para ir al gimnasio y poder hacer cardio en la calle lejos de agobiantes mascarillas.

Eso supuso charlas en el trabajo, reestructurar otros proyectos, incluso dejar de lado algunos de ellos (La Revista o el Blog), pero empezaba a dedicarme tiempo para mi.

LECCIÓN 5: Tiempo con uno mismo.

Hacía mucho que no me dedicaba unas horas de entreno sin prisas, que no disponía de un rato para salir a pasear por Madrid. Y si además conseguía aumentar mis pasos diarios y mi consumo de calorías pues mucho mejor.

Pasaban las semanas y comenzaba a encontrarme más contento y animado, más activo y despejado.

Empecé a llevarme la comida al trabajo, a comer todo lo sano que podía, a desterrar las salsas, pasta y grasas de mi dieta diaria. Básicamente comía mucha proteína, verduras e hidratos de manera muy controlada, todo lo menos procesado posible. Todo adaptado a mis horas y días de entrenamiento. [Este es un detalle importante]

Los fines de semana trataba de seguir el plan de alimentación establecido aunque comiera fuera de casa. Y me concedía un día de mayor relax alimenticio. Pero poco a poco te vas acostumbrando y con el esfuerzo que haces en el gimnasio te cuesta tirar por tierra todo por un día de excesos.

HABLEMOS DE COMIDA.

No hace falta pasar hambre ni comer pienso para conseguir tus objetivos. Puedes comer un sinfin de comida rica y saludable. Pero sobre todo tienes que aprender a comer sin ansiedad ni condicionantes externos. Muchas veces comemos para calmar nuestros desenfrenados deseos, otras como compensación psicológica a una dura jornada de trabajo… Pero son pocas las veces que, sumidos en esa espiral, comemos verdadera y simplemente por saciar nuestro apetito.

Pero aquí permitidme un inciso reflexivo con un tema que me parece muy importante afrontar aunque suene a tópico recurrente.

LECCIÓN 6: Lo que comes es lo que eres.

Vivimos en un mundo en el que el factor sorpresa cada vez es más complicado conseguir, puesto que estamos sobreinformados, sobrealimentados, y sobreestimulados. Y se nos ha ido olvidando que la vida es mucho más sencilla que tratar de mantener la adrenalina a niveles máximos.

A nivel gastronómico -lo que nos concierne ahora para no perdernos- nos llama más la atención un plato deconstruido con 4 salsas emulsionadas en barricas de doce años con hidrógeno líquido y 3 tipos de mariscos, y parece que se nos ha olvidado a qué sabe un simple buen tomate, una buena carne a la brasa o un sencillo huevo frito.

Os parecerá cómico pero para muchos les puede parecer frustrante o incluso inhumano comer un simple plato con un filete de ternera, unos espárragos y un puñado de espinacas, como si de un castigo se tratara. Y claro, si el filete es ese que necesita 2 salsas con 4 quesos para que sepa a algo y los espárragos te piden que le eches aceite balsámico de Módena para que no te recuerden al cartón reciclado con el que venían envueltos, ahí es donde está el problema.

Vivimos vidas mediocres porque nos han vendido que el lujo está en el exceso, cuando realmente está en lo esencial.

Así que cuando empiezas a reducir tu comida a platos poco elaborados y sencillos comienzas a darte cuenta de la importancia de invertir en buena materia prima. Y ahí es donde estará tu recompensa, en cenar una brutal ventresca de atún a la plancha simplemente con un poco de sal por encima y se te caigan las lágrimas al recuperar los sabores más primitivos y básicos de la cocina.

Es importante lo que comes, cuánto comes y también cuándo lo comes. Recuérdalo.

Mi objetivo era perder peso, y aunque ya había empezado a controlarme en las noches de ansiedad gracias a una primera etapa de ayuno de 16:8 que hice semanas antes de decidir que comenzaría a retomar mi vida deportiva, necesitaba seguir bajando gramos, y además ahora ponerme fuerte.

Había pasado de 92 a 85 kg justo antes de empezar con el entrenador personal, y entonces fue cuando comenzamos a estructurar mis comidas en función de los días de entrenamiento y descanso, para tener energía cuando la necesitase, pero seguir bajando peso tal y como estaba previsto.

Tanto para perder peso como para conseguir hacerte más fuerte, saber equilibrar bien la comida con el ejercicio es esencial.

Yo no soy experto, pero lo había experimentado en otras ocasiones en las que había intentado ponerme en forma y/o perder peso, y suelen ocurrir dos casos muy habituales:

  1. Te pones a hacer ejercicio sin variar demasiado tu dieta, y lo que ocurre es que tu organismo ve incrementado su actividad y acaba pidiéndote más comida para seguir manteniéndose igual. Y tú se la das porque “para eso estás haciendo ejercicio”. ERROR.
  2. Empiezas a dejar de comer indiscriminadamente y a hacer ejercicio y claro, no puedes evolucionar porque tu cuerpo está acostumbrado a un nivel de calorías que de repente no le das y sin ello no puede seguir al ritmo que deberías. ERROR.

Por ello es tan importante comer cuando toca y lo que toca en cada momento. Y ahí la labor de un especialista deportivo como Gonzalo (@tejefit) es imprescindible.

Pero, sin desmerecer el trabajo del entrenador, no olvidemos que el mérito final de todo esfuerzo será únicamente tuyo, y la recompensa también.

Antes de dejar la comida a un lado me gustaría hablaros de otro tema determinante en este apartado como es el componente social. En una sociedad como la española, en la que la gran mayoría del ocio gira entorno a la comida y bebida, resulta complicado ceñirnos a una dieta saludable y de calorías controladas. El antojo y la desmedida entran en juego con demasiada facilidad debido a la euforia del momento. ¡Y es normal! Llevas toda la semana trabajando a destajo y para un momento que tienes de descanso te dices a ti mismo que te lo mereces, y te lo concedes.

Pero si algo he aprendido este tiempo es que esto no va así. Os explico: No se trata de estar varios meses de agonizante bajada calórica y sufrimiento para conseguir un objetivo en la báscula. Porque con toda probabilidad, en cuanto nos relajemos volveremos a los malos hábitos y la báscula comenzará a volver a subir.

¿Cuál es el secreto?

Mentalizarse con que lo que estás pretendiendo hacer es CAMBIAR DE VIDA. Tu vida no volverá a ser la de antes, porque es precisamente lo que querías conseguir cuando te lo propusiste. Si en todo momento ansías volver al descontrol anterior, terminarás regresando a ello.

Recuerda la lección número 2, parafraseando a Albert Einstein, “No esperes resultados distintos haciendo siempre lo mismo.” Es decir, no esperes cambiar tu cuerpo volviendo a aquello que te tenía así.

LECCIÓN 7: El enemigo acecha.

¿Recordáis que he dicho en muchas ocasiones que el verdadero culpable de que muchos no terminemos de vestir como queremos es la propia industria de la Moda? Pues aquí ocurre lo mismo. Tenemos que tener claro que tendremos todo en contra y trabajando para que nos abandonemos en una espiral de consumo exacerbado e ilógico que por un lado nos destruirá para luego vendernos el remedio. Suena conspiranóico, sí. Pero aunque no creo que esté estratégicamente orquestado, si nos paramos a pensar un poco, sucede así, sea casual o no.

Así que el secreto pasa por crear el estilo de vida que seas capaz de llevar a lo largo de tu existencia, y para ello lo mejor es ir incorporando poco a poco nuevos hábitos:

  • Nuevos horarios (Trabaja menos, come antes, duerme mejor)
  • Nuevas comidas (Menos procesadas, más caseras, con mejores materias primas)
  • Nuevos entrenamientos (Combina fuerza con cardio y otras actividades)
  • Nuevo ocio (Más allá del habitual entorno al comer. Teatro, Viajes, Cultura, Fotografía…)

Pero en ningún caso debemos dejar de ser realistas en nuestras ambiciones, e ir incorporando sólo aquello que sepamos que podremos mantener indefinidamente en el tiempo.

Para terminar la parte alimenticia os diré que el aprendizaje más valioso que he sacado de mejorar y simplificar mis comida es que comienzas a ser mucho más consciente de lo que comes y eso te permite conocer mejor tu cuerpo y sus reacciones ante determinados alimentos. Y esto es muy valioso.

Antes con todo lo que comía no era capaz de diferenciar qué era aquello que hacía que me sintiera hinchado, o lo que digería con mayor dificultad. Por ello es importante ser consciente de todo el proceso y sacar el máximo partido a todo lo que está ocurriendo en tu cuerpo.

No es de extrañar por tanto que te encuentres con más vitalidad y de mejor humor, en cuanto dejas de escuchar los anuncios de comida rápida y comienzas a escuchar a tu cuerpo.

CENTRÉMONOS EN EL EJERCICIO.

El deporte siempre me ha gustado y lo he practicado con cierta regularidad a lo largo de mi vida en distintas etapas. He montado mucho en bici, jugado a baloncesto, hecho senderismo, natación. Pero hacía años que no formaba parte de mi rutina diaria o semanal, al menos de manera indefinida.

La disciplina de gimnasio nunca me ha disgustado pero reconozco que puede ser repetitiva y aburrida para muchos, por ello tienes que tener muy claro desde el primer momento por qué quieres estar allí. Por qué quieres levantarte temprano o ir tarde tras el trabajo pudiendo estar haciendo cualquier otra cosa.

Y aquí es donde viene bien tener claro el reto que quieres afrontar y ser ambicioso en el largo plazo, prudente en el medio plazo y realista a corto.

LECCIÓN 8: La consecución de objetivos a corto, medio y largo plazo.

Yo tenía claro desde el primer momento que quería entrenar el máximo número de días posibles. Necesitaba dedicarme tiempo a diario para no caer de nuevo en la obsesión del trabajo. Por ello el plan de entrenamiento que organizamos fue de 5 días semanales de gimnasio, otro día de deporte libre (Bici o Running) y un día a la semana de descanso total.

Por mi rechazo a realizar cardio con mascarilla en el gimnasio, mis días de entrenamiento los estructuré de la siguiente forma:

Sesión de Mañana: De 7:30 a 9:00 gimnasio.

Sesión de Tarde: De 19:00 y 21:00 al menos una franja de una hora para cardio en exteriores (Bici, running a intervalos o caminata urbana)

Y la distribución en los días de entrenamiento fue la siguiente:

Lunes: GYM + cardio exter.

Martes: GYM + cardio exter.

Miércoles: Descanso total

Jueves: GYM + cardio exter.

Viernes: GYM + cardio exter.

Sábado: GYM + cardio exter.

Domingo: Cardio exter.

Eso sí, me tomé tan en serio la rutina semanal que no falté a mi compromiso ni un solo día durante las 19 semanas que duraron los dos bloques de entrenamientos previos al verano. El entrenamiento se había convertido en mi vía de escape, mi momento personal de evasión y ruptura con la rutina.

Y no fue fácil. Comencé las primeras semanas arrastrando aún dolores de espalda y cuello. Y al poco tiempo de empezar a subir la intensidad y cargas dió la cara una antigua lesión de tendinitis en el codo que en el pasado había hecho que mermara mi rendimiento.

Pero en esta ocasión tenía claro que no iba a dejar que ninguna excusa truncara mis objetivos y expectativas, y comencé a ir al fisio para que me tratara de una vez por todas aquel recurrente contratiempo.

No recordaba haber antepuesto mi salud y bienestar por encima de todo como lo estaba haciendo en aquellos momentos. Y me gustaba la sensación que me dejaba aquella obsesión por mi bienestar.

EL CAMBIO DE OBSESIÓN:

Antonio Escohotado, filósofo, jurista, pensador y para quien no lo sepa fundador de la conocida discoteca ibicenca Amnesia, deja entrever en su artículo “Toxicomanías” probablemente extraído de su libro “Historia general de las drogas” publicado en 1998 (Fuente: Link) que el grado de adicción a cualquier sustancia no sólo depende de la capacidad adictiva de la sustancia en sí, sino también de la predisposición personal, psicológica y contextual del individuo a dicha adicción.

Y es que, en mayor o menor medida, diría -y esto es cosecha propia- que la gran mayoría de personas tenemos hoy día una personalidad tendente a la adicción, y esto puede ser un problema cuando se descontrola, pero una gran aliada si nos lo proponemos.

Yo era un adicto al trabajo. Y no de ahora, sino desde hace años. Esa era mi sustancia evasiva, aquello que me hacía sentir bien, alejándome de lo que creía que era una vida monótona, vacía y fallida o simplemente sumido en una inercia imparable en busca del ideal de vida que tenía en la cabeza.

El trabajo es probablemente la droga más común, legal y normalizada de la historia. Aquella que, incluso por la gran mayoría, se ve con buenos ojos, quizás porque suele ir de la mano del éxito. Todo, claro, hasta que se sufren de cerca sus efectos secundarios, como todas.

Como si de una toxicomanía se tratase toda adicción tiene como base algún tipo de obsesión. Algo sobre lo que nos focalizamos y ponemos gran parte de nuestra atención. Y esta parte no parece sonar tan mal, ¿verdad? Sólo hay que saber canalizarlo.

Y es que para adquirir ciertos hábitos nos vendrá muy bien focalizarnos en cosas concretas aunque sea por un tiempo, en las nuevas prioridades. Recordemos que somos tendentes a la adicción, por lo tanto juguemos con nuestra mente para darle aquello que mejor le venga.

En mi caso todo comenzó como una necesidad mental, luego pasó a ser un beneficio saludable y por último se convirtió en un reto corporal. Todo ello acompañado de ciertas dosis de egolatría controlada, seguidas de subidas de autoestima y ánimo. Reacciones que, a mi modo de ver, hay que dejar fluir y de las que hay que disfrutar de manera natural y saludable.

Es lógico empezar a sentirse cada vez más cómodo con uno mismo frente al espejo, sentirnos orgullosos de lo que estamos consiguiendo paso a paso. Ganaremos en seguridad y fuerza mental, no sólo física.

Así que sí, yo cambié mi obsesión desmedida por el trabajo, por una obsesión controlada por mi bienestar mental y corporal.

LECCIÓN 9: La montaña se consigue grano a grano.

Todo lo que merece la pena en la vida se consigue -no siempre con esfuerzo- pero generalmente con tesón y constancia. Y es el tiempo el que nos va dando los resultados conforme somos capaces de mantenernos en nuestro empeño.

Y fue con estos ingredientes con los que conseguí pasar en unas 15 semanas de 85 kg a 81 kg. Lento pero seguro. Pero no sólo eso, me sentía más fuerte, en forma y los dolores de espalda y cuello comenzaban a desaparecer, las sensaciones de hinchazón fueron mitigándose. En definitiva, cada semana me encontraba mejor que la anterior.

No sólo el peso era un indicativo de evolución, sino mi estado general. Sin embargo, no conseguía bajar de 81 kg y me había propuesto llegar a Agosto en 79 kg [Y como objetivo final estar en unos 77-78 kg y la menor grasa posible]. Así que tras comentarlo con el entrenador, decidimos comenzar con ayuno 16:8 adaptado a mis horarios -esto es importante- durante las tres últimas semanas de Julio. [Por cierto, os dejo un interesante vídeo del Dr. La Rosa sobre el Ayuno: Link ]

Conseguí bajar a 79,20 kg pero siendo sincero sólo me duró un par de días, y volví a rondar los 80 kg. Sin embargo, sí conseguí bajar la grasa y perímetro abdominal notablemente. Y tampoco quería obsesionarme con el peso. Me encontraba mucho más fuerte y tonificado de lo que estaba meses antes, y llegaba al verano en una de las mejores formas físicas en las que había estado en mi vida. Pero sobre todo con el cuerpo pidiéndome deporte y ejercicio constantemente.

Tanto es así que aunque tenía una semana de descanso total antes de ponerme con el plan de mantenimiento de Agosto (vacaciones) y fui incapaz de no salir a correr y caminar estando en Valencia de vacaciones.

Había conseguido lo más importante… ¡Adquirir el hábito!

REFLEXIONES EN EL CAMINO.

Me gustaría compartir con vosotros algunas de las reflexiones y aprendizajes adquiridos en estos últimos meses. Aquellos que han conseguido no sólo mantenerme firme en mis objetivos, sino también a tener claro lo que quiero para mi futuro.

Si de algo estoy convencido es que todos estos cambios no han sido solo físicos. Mi vida ha cambiado tanto que ni podéis imaginarlo. La forma de estar conmigo mismo, la manera de concebir lo profesional y lo personal, la forma de relacionarme con los demás, y el modo en que afronto todo lo que viene.

En cuanto cambias tu forma de ver las cosas dejas de estar bloqueado en esa espiral que todos hemos asumido como normal y comienzas a entender que la clave está en la relación de ti con todo lo demás. Pero todo parte de ti, tú eres el único responsable de tu vida, para bien o para mal, y pasas del cómodo rol de víctima resignada a ser el dueño activo de tu destino.

Suena místico, pero párate a pensarlo despacio.

LECCIÓN 10: El único responsable de tu destino eres tú.

Cuando tomas decisiones pensando en ti y tu bienestar, al principio puedes sentir que hay demasiadas renuncias, que vas en el camino contrario a tus verdaderos deseos, pero poco a poco todo va encajando y cogiendo forma.

También he aprendido, y lo reitero, la importancia de escuchar a tu cuerpo. Hay veces que  intenta decirte que debes parar, que debes cambiar de rumbo. Y no siempre te lo dice directamente. En ocasiones te avisa sutil o bruscamente en forma de malestar, incomodidad o irritabilidad general. Pero suele avisarte.

Otra cosa que he aprendido es la importancia de lo que yo he llamado el cuarteto esencial imprescindible:

+ Alimentación

+ Descanso

+ Estrés

+ Ejercicio

Debemos cuidar estos cuatro aspectos al máximo para conseguir una vida saludable, en todos los sentidos. Si cualquiera de ellos flaquea no estaremos consiguiendo nuestro mejor estado, y nos sentiremos estancados y desanimados. Por lo que es importante repasar de vez en cuando si estamos haciendo lo posible para que los cuatro vayan por buen camino.

Solemos focalizarnos en la Alimentación y el Ejercicio, y tendemos a olvidar el Descanso y el nivel de Estrés, y comprobaremos como no conseguimos avanzar de la manera correcta.

En mi caso, para mejorar algunos de estos aspectos me ayudaron dos tipos de suplementos principalmente: El primero fue el Guaraná, que consiguió darme vitalidad para afrontar el día al completo, sin abusar del café y sin alterar mi sueño. El segundo fue la Ashwagandha, que me ayudó a controlar la ansiedad, el estrés y el ánimo en general. Ambos suplementos naturales y tomados una sola vez al día.

Algo que no me gustaría olvidar el resto de mi vida -y esta ya se encargará de recordármelo- es esa lección con la que abríamos este artículo, atribuída a Heráclito: “Lo único constante es el cambio”. Y con el cambio constante tendremos que aprender a convivir porque si esperamos a que las cosas sean propicias o el momento sea el adecuado, probablemente lo único que estaremos consiguiendo sea posponerlas.

Hace algunas semanas surgió, a través de los comentarios por privado de varios seguidores de Instagram, algo que me gustaría hablaros también. Aquellos comentarios, de una forma u otra, venían a decirme -con toda la buena intención- que “antes no te veías mal”, “jamás hubiera pensado que tendrías ese peso”, o “en las fotos no se te veía con sobrepeso”. Y esto me hizo reflexionar y observar mis fotos del pasado.

Si algo bueno tiene Instagram para la gente que se ha expuesto tanto como yo durante tantos años, es que puedes hacer un buen respaso de gran parte de tu pasado con facilidad. Y en efecto, yo tampoco me notaba en las fotos tanta diferencia… ¿A qué era debido?

Primero de todo a que hacía mucho tiempo que no subía fotos más actuales por falta de tiempo o desgana. Pero sobre todo porque dos razones principales:

1) Instagram no es la realidad, es solo una parte de ella.

Cuando subes una foto sueles haber hecho al menos media docena, te conoces la pose, encuadre y formas para que todo salga lo mejor posible, y tú más favorecido.

2) La ropa a medida se encarga de engañar al ojo.

Lógicamente existen ciertos límites, pero cuando tienes un cuerpo “fofisano” como era el mío, la ropa a medida puede esconder muchos de los defectos y sacar a relucir tus virtudes físicas para favorecerte mucho. De esto justo trata la sastrería (aunque algunos se empeñen en que la ropa a medida es aquella que va ceñida como una segunda piel al cuerpo, sin importar el físico del individuo)

Pero, eso sí, la ropa a medida es la primera que te mostrará la evolución en cuanto tu cuerpo cambie, haciendo caer la cintura de esos pantalones que tan bien se ajustaban a tu contorno, o comprobando como esas chaquetas que se ceñían a la perfección ahora quedan holgadas y bailongas. Es el precio a pagar, y que pagas con gusto.

Terminamos, ahora sí, con el resumen de esas 10 lecciones que he ido descubriendo y recogiendo a través del desarrollo de este artículo, que al menos a mi me ha ayudado a recordar todo lo sucedido durante estos meses:

LECCIÓN 1: En la vida, lo único constante es el cambio.

LECCIÓN 2: No esperes resultados distintos haciendo siempre lo mismo.

LECCIÓN 3: Un equipo consigue mucho más que un individuo.

LECCIÓN 4: La importancia de tener retos.

LECCIÓN 5: Tiempo con uno mismo.

LECCIÓN 6: Lo que comes es lo que eres.

LECCIÓN 7: El enemigo acecha.

LECCIÓN 8: La consecución de objetivos a corto, medio y largo plazo.

LECCIÓN 9: La montaña se consigue grano a grano.

LECCIÓN 10: El único responsable de tu destino eres tú.

Gracias por llegar hasta aquí, y sólo espero que estas líneas puedan ayudar a alguien a mejorar su vida y tomar el rumbo que de verdad necesita.

10 Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *